Dr. Rodrigo Berner Niklitschek

Centro de Estudios Estratégicos y de Negocios

Hace 2 columnas atrás escribí sobre quienes salieron de viaje en Semana Santa y los efectos que eso tendría en el número de contagiados y muertos. Hoy, lamentablemente, el tiempo me dio la razón y estamos frente a un nuevo aumento en las cifras que no se explica solo por el cambio de criterios de inclusión o el mayor número de exámenes que se están realizando, sino porque efectivamente más gente se está infectando que hace un par de semanas atrás.

La Pandemia de COVID-19, ha traído una serie de problemas que van más allá de la infección o la enfermedad en sí. Las medidas de aislamiento físico han derivado en aumentos de las denuncias por violencia intrafamiliar (VIF), trastornos en el área de salud mental, una nueva crisis de migrantes, pobreza y hambre, entre otros.

Es por estas razones que las autoridades sanitarias, en conjunto con otras carteras, comenzaron un plan de reactivación, “gradual y progresivo”, de distintas actividades comerciales, educacionales e incluso sociales, reevaluando y modificado varias veces las indicaciones desde su primer anuncio, acorde a lo que es la tónica en estos días, amparados, pero también supeditados, en los buenos resultados que, hasta la semana pasada, Chile había tenido en el manejo de la crisis. Estas nuevas medidas, independiente del nombre que al final lleven y en contra de lo que los obstruccionistas han dicho, desde un principio recalcaron la necesidad de mantener el comportamiento individual de prevención de contagio, que bajo ninguna circunstancia debían tomarse como un relajo de las medidas de contención y que no significaba que íbamos a volver a nuestro estilo de vida de antes de la Pandemia. Incluso se dieron indicaciones que debían cumplirse para poder implementarse, como el número de clientes por local, restricción en la manipulación de lo que se quiere comprar, la distancia que debían mantener los comensales, etc. Para ilustrar un poco, la visita a un mall por ejemplo, debía ser como una ida al supermercado y no un paseo de “shopping”.

Pero lamentablemente, cuando una comuna del sector oriente de Santiago hizo una “prueba de diagnóstico”, abriendo uno de los centros comerciales para evaluar el cumplimiento de las medidas, más de 7000 personas hicieron fila para entrar. Al día siguiente, 40% de autos más que en Semana Santa salían de Santiago, y al día subsiguiente, varias personas se reunían en distintos puntos del país, COVID-19 positivos y “líderes” gremiales incluidos, para manifestarse por Día del Trabajo, y como guinda de la torta, el sábado en la noche, Carabineros controla una fiesta de 400 personas, con luces, DJ’s y venta de alcohol. En solo 4 días quedó demostrado que todavía existe un número de chilenos(as), la gran mayoría de la Región Metropolitana, que no entienden que, por comportarse igual que ellos, en Perú se mueren más de 100 personas al día por COVID-19.

Las cifras siguen subiendo y no hay que relajarse, todavía falta mucho, y lamentablemente no solo debemos cuidarnos del virus, sino de quienes han actuado irresponsablemente en esta crisis; los que no guardan las medidas de prevención, quienes ofrecen medicamentos milagrosos sin evidencia científica, aquellos(as) que solo critican demagógicamente fomentando la desobediencia, mención especial para quienes sabiendo que están infectados no guardan la cuarentena, en resumen, de todas aquellas personas que solo piensan en sí mismas sin importarles la salud del resto, porque no importa cuántas cuarentenas se hagan, cuántos ventiladores se traigan, ni cuantos test se realicen, si la mayor parte de la población no toma conciencia, solo habremos retrasado el desastre y los muertos se contarán por miles.

Sin embargo, así como el egoísmo de algunos(as) juega en contra, estoy seguro que serán los actos de altruismo de la mayoría los que marcarán la diferencia cuando terminemos esta carrera, y aunque ahora estemos cansados(as), aunque pensemos que no es justo lo que nos pasa, aunque el futuro se note incierto, hay que seguir firmes, porque cuando todo va bien es fácil ser valiente y dar discursos, pero las grandes personas, las de verdad, se reconocen en la adversidad, en aquellas que se mantienen avanzando, contra viento y marea, como chilenos(as) aguerridos(as) que somos.

Viva Chile.