La académica UOH María Teresa Solís apunta a las estrategias de prevención de este tipo de cáncer, que fueron descuidadas por la población tras la Pandemia de Covid.

El próximo 26 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Cáncer del Cuello Uterino. Se trata de un cáncer de origen ginecológico, que representa un importante problema en el orbe, y conlleva desigualdades socioeconómicas y geográficas, que impactan en el acceso y la calidad de la atención, en todos sus procesos.

María Teresa Solís, académica del Instituto de Ciencias de la Salud (ICS) de la Universidad de O’Higgins (UOH), explica que en Chile este cáncer representa el quinto lugar en cánceres que afectan a las mujeres, estimándose que cada año se diagnostican 1.559 nuevos casos y fallecen 825 mujeres (Globocan, 2022).

“Se ha estudiado que la infección persistente por tipos de alto riesgo del virus del papiloma humano (VPH), principalmente los genotipos 16 y 18, son responsables de prácticamente todos los cánceres de cuello uterino. Si bien las infecciones por el VPH son muy comunes en las personas sexualmente activas y la mayoría desaparecen por sí solas, la infección por VPH de alto riesgo si se hace persistente, puede provocar cambios en las células del cuello uterino, desarrollando lesiones precancerosas. Si éstas no son diagnosticadas y tratadas adecuadamente podrían convertirse en cáncer”, indica la médico epidemióloga.

Agrega que los factores que pueden favorecer que esta infección se haga duradera y promueva lesiones precancerosas, es tener un tipo de VPH muy agresivo (Ej. tipo 16 o 18), fumar y tener un sistema inmunológico debilitado, entre otros.

“En general, el desarrollo del cáncer cervicouterino puede ser lento y muchas veces silencioso. Podrían pasar entre 5 a 10 años hasta que las células cervicales infectadas por el VPH se conviertan en precancerosas y unos 20 para que se conviertan en cáncer. Esto da una oportunidad importante para que se implementen distintas estrategias de promoción y prevención”, puntualiza la docente del Centro de Salud Internacional (CIH) de la Universidad Ludwig Maximilians (LMU).

Vacunación

La vacunación contra el VPH, es una de las estrategias claves en la prevención primaria y actualmente está incorporada en el Plan de Inmunización chileno, teniendo como grupo objetivo a niñas y niños de entre 9 a 13 años.

“Esta vacuna ha demostrado ser segura y con un nivel de eficacia superior al 90% para prevenir las infecciones por VPH incorporados en la vacuna. Si bien, al inicio generó un poco de susceptibilidad por aspectos socio-culturales, las coberturas han alcanzado cerca del 70%, pero es necesario aumentarlas más”, asegura María Teresa Solís.

Señala que otra estrategia relevante de prevención es el Papanicolaou o PAP, que es totalmente gratuito y se encuentra inserto en el Programa Nacional de Pesquisa y Control del Cáncer Cervicouterino, que busca detectar las lesiones en etapas tempranas para realizar el tratamiento oportuno.

“El programa recomienda realizar el PAP -por un profesional capacitado- cada 3 años a las mujeres de entre 25 y 64 años”, asegura la experta, y agrega que actualmente “la confirmación diagnóstica, el tratamiento y seguimiento de los casos identificados están incluidos en las Garantías Explícitas en Salud (GES), lo que es muy relevante ya que se considera que este tipo de cáncer, si es detectado a tiempo, puede ser curable”.

La médico destaca que es importante hacer un llamado a la población para lograr aumentar las coberturas del PAP. “Por la pandemia, muchas mujeres dejaron de hacerse este examen. De allí que se debe profundizar en campañas de información y educación para comprender los riesgos de la infección por VPH, la magnitud del cáncer cervicouterino en el país, las nuevas formas de prevención (como la vacuna) y la importancia de la adherencia al esquema de tamizaje con el Papanicolaou”, finaliza.