El inicio del año académico y laboral conlleva cierto estrés por el retorno a la rutina y, también, la inevitable propagación de virus y bacterias. Todo ello pone a prueba al sistema inmunológico y más vale estar fortalecido. ¿Cómo prepararse? 

Marzo es uno de los meses más complejos del año, por lo que el sistema inmunológico puede verse estresado y no reaccionar de manera óptima ante las amenazas del ambiente.

La Dra. Carla Bastías, inmunóloga de Clínica Dávila, explica: “Cuando comienza la actividad escolar y el año laboral, aumenta la circulación de microorganismos y la frecuencia de exposición a ellos. El sistema inmune tiene que estar aún más en alerta porque el riesgo de infección o de generar enfermedades es mayor”.

¿Cómo mejorar las defensas?  

1. La vacuna es crucial: “En Chile, contamos con vacunaciones contra la influenza y el coronavirus cada año, lo que ayuda a reducir la circulación viral y, por ende, la carga de enfermedad”, precisa la inmunóloga de Clínica Dávila.

Por su parte, la Dra. Carolina Rivacoba, infectóloga pediátrica de Clínica Santa María, hace hincapié en el cumplimiento del Programa Nacional de Inmunizaciones, especialmente para los niños. “Otorga protección para enfermedades invasoras bacterianas y para evitar infecciones virales que están controladas en nuestro país. Eso porque con los viajes, por ejemplo, podrían ingresar algunas enfermedades como el sarampión”, afirma.

La especialista aconseja que los menores de entre 6 meses y 3 años, que no tengan vacuna contra el COVID-19, acudan por sus dosis correspondientes, ya que está actualizada a la cepa circulante. “A esto, agregaría el chequeo de vacunación contra la varicela, para todos los niños que hayan nacido antes del 2020”, puntualiza.

2. Alimentación equilibrada: “Mantener cantidades óptimas de diferentes nutrientes en el organismo es esencial para garantizar la síntesis de factores y mediadores del sistema inmune, y también para promover la proliferación de las células inmunitarias”, señala Carola Pantoja, nutricionista de Clínica Biobío.

Por lo mismo, recomienda una alimentación variada, natural y fresca, evitando los productos procesados y/o ultra procesados. “No saltarse horarios de comidas, consumir de manera frecuente alimentos ricos en fibra, probióticos, y aquellos con gran aporte de vitaminas y sales minerales. Mantener una hidratación adecuada (sin azúcar ni aditivos) y consumir porciones normales o moderadas para evitar exceso de calorías”, añade.

En cuanto a las colaciones de los niños, la Dra. Katherin Falck, directora de Calidad y Gestión de Riesgo de Help, es categórica: “Debemos evitar a toda costa aquellos alimentos que nos vende la industria de las golosinas y bollería, es decir, los productos que vienen ultra procesados en bolsas, digamos, galletas, papitas, ramitas, etcétera”.

3. Dormir bien: Dentro de las funciones fundamentales del sueño está mejorar la respuesta inmune. El Dr. Enzo Rivera, neurólogo de Clínica Ciudad del Mar, así lo confirma: “Ayuda a la restauración y conservación de la energía, contribuye al equilibrio y regulación de la actividad eléctrica del cerebro. También en los procesos de conservación del equilibrio del medio interno, es decir, temperatura y niveles hormonales. Aparte de la recuperación y restablecimiento de tejidos dañados”. Por ello, recomienda mantener una buena higiene del sueño.

4. Ejercicio físico: El Dr. Alberto Barria, cardiólogo de Dávila Vespucio, detalla: “El ejercicio físico es un factor protector para la salud cardíaca y el riesgo cardiovascular. Produce beneficios para la salud general, la metabólica y cardíaca de los pacientes. Es evidente que tener un corazón saludable beneficia a la inmunidad, pero esto ocurre por múltiples vías. Por ejemplo, un corazón saludable reduce el riesgo de enfermedades vasculares o insuficiencia cardíaca, que pueden afectar negativamente a otros órganos como los riñones o los pulmones. Este deterioro general de la salud puede debilitar el sistema inmunológico. Por lo tanto, no es sorprendente que las personas con problemas cardíacos tengan una mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias como comúnmente se observa durante los inviernos”.

Si, a pesar de todas las medidas generales y ambientales que se tomen, el sistema inmunitario sigue mostrando debilidad o las personas continúan enfermándose, es crucial evaluar si existe algún déficit o alteración que pueda aumentar el riesgo de infecciones. “En estos casos, los inmunólogos llevamos a cabo un estudio minucioso y específico para identificar posibles deficiencias o anomalías inmunitarias que requieran atención especializada”, concluye la Dra. Carla Bastías.