Tan simple como leer y escribir

Leer y escribir me es algo tan cotidiano que es difícil recordar que no nací sabiendo hacerlo, sino que tuve que aprenderlo. Si pienso en mi vida sin estas capacidades, reconozco que sería radicalmente distinta. No podría desempeñarme en mi trabajo, al igual que millones de personas cuyas labores dependen de estas competencias tan “simples”. Tampoco podría interactuar con mi familia y amigos como hago diariamente. Incluso mi relación conmigo mismo sería distinta, pues no podría leer ni escribir con el único fin de conocerme y entenderme mejor.  

Con este nuevo ciclo escolar, los establecimientos educacionales a lo largo de todo Chile se ven enfrentados a una de las más graves secuelas que nos deja la pandemia por el Covid-19: el rezago educativo. En este escenario, una de las áreas que requiere mayor urgencia y apoyo es la reactivación de la lectoescritura, ya que estas competencias son indispensables para que las y los estudiantes puedan adquirir otros aprendizajes y avanzar en sus trayectorias, cada vez, con mayor autonomía. 

El desafío es enorme, pero también son muchas las formas en las que todos podemos involucrarnos: leyendo un poco más, compartiendo lo que se lee con los seres cercanos, iniciando o participando de un club de lectura, regalando, prestando o donando un libro, acercándose a una fundación que apoye la labor de establecimientos educativos en contextos vulnerados. Las opciones son muchas, pero, quizá, la más importante sea empatizar con esos miles de estudiantes que hoy se encuentran en riesgo de no aprender a leer y escribir en el momento esperado, ya que hoy, aprender algo tan simple como leer y escribir, requiere del compromiso de todos.