Liderazgo Transaccional o Transformacional

¿Derecho de mandar y el poder de hacerse obedecer?

Por: Cristián Pinto Cárdenas: Periodista Institucional– Licenciado en Comunicación Social / Docente en Lengua Castellana – Licenciado en Educación / Magíster en Gestión Pública – Desarrollo Regional y Local.

El actual panorama de las Instituciones Públicas y la eficiencia de la gestión han impulsado a muchos a pensar acerca de la marcada influencia o la carencia de ésta, por parte, de personas a quienes les atribuimos “cualidades de líderes”. El liderazgo hoy en día es un tema que sigue en el tapete de las decisiones de cualquier grupo humano que busca el “bienestar colectivo”. Sobre todo cuando observamos, en lo que respecta a las instituciones modernas donde se han abierto ostensiblemente a un ambiente globalizado y de grandes cambios.

Cada día se hace más marcado el proceso de socialización de las personas, quienes se agrupan para satisfacer intereses y lograr metas que les son de vital importancia para la subsistencia de su mismo grupo.  Los llamado PMG (programa de mejoramiento de gestión), que se incorporan a la eficacia de los procesos medidos  por los compromisos colectivos y de gestión de cada institución pública, el cual son reflejo de éstos.

Ahora bien, para alcanzar objetivos básicos, cada grupo requiere de sistematizar las funciones (su trabajo) y asignar la coordinación de las mismas a uno de los miembros (un/a líder), quien por una serie de cualidades propias (carisma, motivación, organización, autoestima y comunicación asertiva),  influye notoriamente en el resto del grupo, para lograr que todos de una u otra manera, se esfuercen en lograr las metas propuestas, en un ambiente de satisfacción.  El “Derecho de mandar y el poder de hacerse obedecer”, busca reflexionar sobre la importancia del liderazgo en la institucionalidad pública en todo ámbito ya sea local y regional, haciendo hincapié en el tipo de liderazgo que se debe incorporar en los estilos de gestión, ya sea transformacional o transaccional.

Hersey y Ken Blanchard, (escritores estadounidenses y expertos en management) adoptan un enfoque situacional. Ellos acentúan el uso, por parte del líder, de un estilo flexible de liderazgo, dependiendo del juicio que se realice en cuanto a la situación. Además, sostienen que el estilo de liderazgo más eficiente sufre variaciones de acuerdo con la «disposición» o «madurez» de los colaboradores. La pregunta que nos hacemos nuestros representantes tienen el deseo de superación, la voluntad para aceptar responsabilidades y la capacidad, habilidades y experiencia relativas a las tareas, ya sea en gobiernos locales y regionales.

Cabe señalar, que más a menudo de los que se quisiera, algunos directivos (en ámbitos de gobierno, educación, salud, entre otros) consiguen que sus colaboradores hagan lo que se les pide, pero “sin un real involucramiento con los objetivos del grupo o de la organización”. Por tanto, encontramos poco liderazgo y falta de motivación, por parte de los trabajadores de distintas áreas, debido a un débil liderazgo.

Los Defectos y Virtudes

El líder como toda persona posee muchos defectos y virtudes que debe conocer; esto implica mirar primero dentro de uno mismo, conocerse para luego entender a los demás y reflejar lo que quiere lograr, lo que busca alcanzar con los demás para conseguir el éxito. Es así, como el liderazgo público debe involucrar a otras personas; a los funcionaros o seguidores. Los miembros del grupo; dada su voluntad para aceptar las órdenes del líder, ayudan a definir la posición del líder y permiten que transcurra el proceso del liderazgo.