Daniela Palma Coronado

Directora de Terapia Ocupacional.

Universidad San Sebastián sede De la Patagonia.

 

En diciembre del año 2019 escuchábamos que estaba ocurriendo un suceso sin precedentes en la ciudad de Wuhan, China. Un virus desconocido y altamente contagioso comienza a afectar a la población.

Es interesante recordar qué actividades, lugares, ocupaciones, prioridades teníamos durante ese periodo. Probablemente estábamos preocupados de finalizar el año a nivel laboral, universitario, escolar, con las clásicas celebraciones de navidad, actos, amigos secretos, o quizás nos encontrábamos reflexionando sobre los acontecimientos del estallido social y planificando las fiestas de fin de año para poder compartir con nuestros seres queridos, sin dimensionar aun lo que sucedería durante el año venidero.

El año 2020 traería a nuestras vidas una enorme cantidad de cambios. Muchos de ellos impactaron las actividades cotidianas como el aislamiento social y físico de familiares, seres queridos, amigos, actividades que antes realizábamos de forma rutinaria; trabajar, ir al colegio, universidad, jugar, ir al supermercado, ir a la playa, salir a caminar a una plaza, salir a comprar el pan, se vieron restringidas bajo la lógica del cuidado de la salud.

Entonces tuvieron que crearse nuevas formas de interactuar y de participar, a las cuales se sumaron nuevas actividades como el uso de mascarilla, alcohol gel, lavado de mano frecuentes, distanciamiento social y aforo de personas, entre otras.

La Terapia Ocupacional como profesión sociosanitaria, con un fuerte enfoque humanista, ha observado cómo los múltiples cambios han afectado a los ciudadanos en sus rutinas, intereses, roles y proyectos de vida. Considerando estas observaciones, el aporte de la Terapia Ocupacional está centrado en las actividades significativas que permitan al ser humano participar, incluirse, adaptarse y ocuparse en sus contextos cotidianos.

El terapeuta puede acompañar y contener durante los procesos de adaptación a esta nueva normalidad, también asegurar la continuidad de atención en las diferentes áreas, de aquellas personas que se encontraban de forma previa en algún tratamiento, rehabilitación, estimulación, entrenamiento, u otra.   El desafío de nuestra profesión se encuentra en apoyar la construcción de significados a las nuevas actividades, redescubrir propósitos postergados que pueden desarrollarse en tiempos de aislamiento. Descubrir nuevas formas de comunicar, expresar, dar espacio para comprender las emociones de rabia, pena, angustia y acompañar a las personas en este periodo de tránsito en redefinir nuevas rutinas, metas, roles y reflexionar sobre las prioridades en sus vidas.

Como Terapeuta Ocupacional los invito a reflexionar; ¿Cuáles son las actividades que durante la pandemia he realizado por primera vez?, ¿Que desafíos y metas pude lograr el año 2020?  ¿A cuántos eventos nuevos logré adaptarme este año?  Todas las respuestas a estas preguntas cobran un valor enorme como mecanismos de adaptación frente a sucesos tan complejos como una pandemia.