Recientemente hemos sabido de la noticia sobre la data del árbol más antiguo del mundo “El Abuelo”, que tiene 5484 años de vida, según estudio realizado por el científico Jonathan Barichivich, convirtiéndose también en el individuo vivo más longevo del planeta tierra.  Se trata de un alerce ubicado en el Parque Nacional Alerce Costero a 52 Km. de la comuna de La Unión.  De comprobarse este estudio, pasaría el récord actual del Matusalén, pino de bristlecone ubicado en Estados Unidos con una data de 4.853 años.

En otro plano si se compara la data de éste árbol con algunas de las maravillas del mundo, guardando las proporciones, pasaría todos los records, por ejemplo; las Pirámides de Egipto fueron construidas hace unos 4.500 años, las Pirámides Mayas hace 3.000 años, la Gran Muralla China tiene 2.441 años, el Taj Mahal en India fue construido hace más de 1.632 años y los moais de la Isla de Pascua tienen una data de 1.500 años.  Sabiendo que esta comparación para algunos puede resultar exagerada, es necesario realizar este análisis para tomar conciencia de lo que significa tener a uno de los seres vivos más antiguos del mundo, principalmente por la responsabilidad que le cabe al Estado de resguardar y conservar no tan solo al “Abuelo”, sino que todo su entorno natural donde se encuentra el Parque Alerce Costero que incluye a 14 Alerces en un territorio desplegado por 2.307 hectáreas.

En este sentido, cabe hacer un poco de historia acerca de lo que conoce como conservación que implica la protección del patrimonio cultural y natural en el mundo y por su puesto en Chile.  En el año 1972 se celebró en París una Convención que definió que el “Patrimonio Natural englobaría las formaciones físicas, biológicas y geológicas excepcionales, hábitats de especies animales y vegetales amenazadas, y zonas que tengan valor científico, de conservación o estético”. En este plano, y refiriéndome a los alerzales de la Cordillera de la Costa que corresponden a los ubicados en la comuna de La Unión, fueron declarados Monumento Natural, lo cual implica que deben ser resguardados por su valor universal excepcional para la ciencia y la conservación de la naturaleza.

Estos alerzales son parte relevante del paisaje natural de las montañas costeras, poseen un valor intrínseco por el valor patrimonial simbólico y material de su madera, expresada en construcciones del pasado que dan una identidad arquitectónica a la comuna (Montecinos, et.al. 1981).

Una primera aproximación por relevar la importancia del alerce como especie única en Chile, es que en el año 1967 se dictó el Decreto Supremo Nº531 del Ministerio de Relaciones Exteriores, que definió los conceptos de Parque Nacional, Reserva Nacional y Monumento Natural. Luego, como segundo paso, el Decreto Nº 490 del Ministerio de Agricultura del año 1977, declaró la especie forestal alerce como Monumento Natural, considerando su “acervo natural en lo científico, histórico y cultural” (Decreto Nº 490 del Ministerio de Agricultura en el año 1977). Otro de los hitos que ratifican la importancia del alerce fue la Convención para la Protección de la Flora, la Fauna y las bellezas escénicas naturales de América del año 1982, celebrada en Washington, donde Chile participó activamente, comprometiéndose a la preservación de esta especie.

Últimamente existe el proyecto de Ley para la creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP), el cual ofrece grandes avanzas para la protección de los árboles y su entorno, pero no ha sido posible su aprobación a la fecha.  La esperanza está en que los servicios públicos que hoy se encuentran vigentes, puedan establecer parámetros mínimos para ya comenzar a trabajar por la verdadera proyección, para los científicos Barichivich, Gutiérrez y Olivares (2022), se “debe avanzar en establecer un catastro nacional de árboles monumentales para asegurar la custodia de este patrimonio natural invaluable. Para aquellos ya conocidos, CONAF debiera solo aprobar planes de manejo de preservación para los bosques aledaños”.

Como se puede apreciar son muchas las instancias donde se discute acerca de la forma en que se debe resguardar los alerzales, donde algunas miradas podrían estar centradas en la oportunidad de emprender hacia el desarrollo de la industria turística en la zona.  Sin embargo, si se trata del resguardo patrimonial el análisis debe ser mucho más complejo, en tanto el fenómeno debe incluir elementos armónicos que busquen enfrentarlo desde la sustentabilidad que asegura la conservación y preservación en el largo plazo, incorporando elementos educativos, sociales y culturales que contribuyan a generar conciencia ciudadana acerca de la relación hombre-naturaleza y el cuidado que debe estar presente a la hora de conocer este patrimonio natural.

Para Espinoza et al. (2010), la conservación sustentable debe tener como base cuatro elementos, tales como:  Patrimonio natural, recursos financieros, innovación del desarrollo y nuevas oportunidades para las personas.  Ciertamente estos autores reconocen la conservación como un sistema complejo como ya se había mencionado, dejando entrever que el solo hecho de poseer patrominio natural no garantiza su permanencia en el tiempo, es necesario recurrir a otros elementos escenciales como los financieros para planificar y ejecutar acciones con responsabilidades de personas involucradas, desde sus distintos roles, así como también propender a la evolución de las formas de gestionar la conservación, lo que requiere de una constante renovación de conocimientos y saberes que se integren en el proceso de innovación del desarrollo que este autor señala.

El valor patrimonial que tiene el alerce para la comuna de La Unión está respaldado, asimismo, por los resguardos en la conservación del bosque nativo a los que nuestro país se ha comprometido en diferentes instancias, reconociendo su valor también en términos científicos, históricos y culturales, para garantizar su preservación previniendo su explotación y uso indebido, a través de la institucionalidad de CONAF, instancia público-privada que tiene mandatado el desarrollo de planes de manejo del bosque nativo, lo cual ratifica una vez más que la contribución a los ecosistemas de los bosques nativos es importante para el desenvolvimiento de la vida.

Lamentablemente han salido a la luz de esto noticias que han constatado una acción irresponsable de personas que han tomado como botín parte de la corteza de alerces en la zona donde se encuentra el Parque Alerce Costero, lo que demuestra la inconciencia e ignorancia de inescrupulosos que, por existir una débil legislación vigente,  la cual sólo protegen la biodiversidad al nivel de especies dejando un notable vacío de protección legal al nivel de árbol individual, o de la alteración grave de su habitat” ( Barichivich, Gutiérrez y Olivares, 2022).  En consecuencia, queda pendiente una verdadera protección de los árboles, a lo cual se le suma la reprochable actitud humana.

Como se puede apreciar el desafío es enorme, puesto que la preservación de la vida de los árboles depende de muchos factores, pero el más importante radica en la avanzar hacia la una conciencia ecológica que debe materializarse, desde mi punto de vista en tres pilares: el primero es actualizar urgentemente la legislación, el segundo en fortalecer la institucionalidad vigente y tercero y no menos importantes es generar educación ambiental transversal a la ciudadanía.  En esto el llamado es a los legisladores y tomadores de decisiones quienes tienen en la responsabilidad de coordinarse para enfrentar este fenómeno complejo desde sus diferentes roles y disciplinas.

Guido Asencio Gallardo

Académico