Optimización del uso del pasto

#elcalbucano

Jadille Mussa
Académica Arquitectura del Paisaje, UCEN

La satanización del césped en tiempos de crisis climática me parece bien, en especial en lugares donde no hay acceso humano, es peligroso o ambientalmente inadecuado. Por ejemplo, no debería haber pasto en todas las carreteras y/o autopistas, los bandejones centrales, y platabandas de vías o calles; en general, en todos los lugares donde el descansar, jugar o estar, pudiese ser inadecuado o ‘peligroso’ para la vida humana.

Pero ¿es necesario sacar todo el pasto?, creo que no. En especial si el lugar es para el descanso, deporte y diversión, es especial de personas que viven en departamentos de menos de 45 m2, que no cuentan con terraza, y sus edificios no tienen espacios comunes o jardines donde los niños puedan jugar.

Hoy, los parques y plazas de las comunas fuera del radio oriente, están a más de cinco cuadras de la vivienda y muchas veces el entorno es de tierra y sin árboles. La sombra es inexistente. Sugiero mantener extensiones controladas de césped, que permitan el ocio, el juego y el descanso. Para lo anterior, recomiendo utilizar especies de pastos que requieren menos agua (festucas sp., bromus sp. Agrostis arvensis, Pooideae chilenas), aumentar el número de árboles sobre el pasto -principalmente nativos-, ya que ambos interactúan disminuyendo la pérdida de humedad. Se debe regar muy tarde en la noche -nunca de día-, ni siquiera en la mañana, ya que rápidamente se evapora el agua.

Cabe destacar que las aves, dada la crisis de la sequía, beben del riego en horas de más calor, por lo que sería bueno instalar bebederos, y así no sería necesario regar cuando la temperatura es muy alta. Y entonces, si no nos acostamos en el pasto, ¿dónde?, es posible incorporar mobiliario que permita el descanso bajo la sombra (se deben instalar sombreaderos, para no asignar toda la responsabilidad a los árboles). También usar cubresuelos o arena.

Finalmente hay que acostumbrase a que Chile, sobre todo en su zona central, los colores de la naturaleza en verano ofrecen una paleta de matices amarillos y cafés. Mientras que el verde, lo deberán aportar las hojas de los árboles perennes del bosque y matorral esclerófilo que pondremos en la ciudad.