Vinculación con el Medio y con Sentido País

La Vinculación con el Medio es un nombre relativamente nuevo para una función constitutiva de toda Universidad. Ello, ya que las universidades comienzan a denominarse como tales cuando en el siglo XII maestros y discípulos se instalan en una ciudad, se cita Bologna como el primero de los casos, y dejan de ser un grupo itinerante.  Ello tiene implicancias inmediatas y múltiples, entre las cuales están las dinámicas de interacción de estudiantes y académicos con el entorno que habitan y que implican nuevas prestaciones de servicios, mayor demanda de alimentos y, en general, todo lo que se asocia a las hasta hoy llamadas “ciudades universitarias”.

Hoy, ese vínculo constitutivo de ser universidad tiene nombre propio, está mandatado en la ley y caracterizado en reglamentos, criterios y estándares que, recientemente, ha actualizado la Comisión Nacional de Acreditación; lo que constituye un respaldo a la tarea de quienes nos desempeñamos en este ámbito y -principalmente- una creciente valoración de la contribución que implican los vínculos bidireccionales entre academia, socios comunitarios y aliados estratégicos para los objetivos comunes y para la co-construcción de conocimiento.

Las universidades están llamadas a ser socialmente responsables y a avanzar en modelos de Vinculación con el Medio que nos permitan generar y sostener un trabajo colaborativo pensando siempre en el sentido último que tiene esta función y que mandata la ley en su capítulo I: “La educación superior cumple un rol social que tiene como finalidad la generación y desarrollo del conocimiento, sus aplicaciones, el cultivo de las ciencias, la tecnología, las artes y las humanidades; así como también la vinculación con la comunidad a través de la difusión, valorización y transmisión del conocimiento, además del fomento de la cultura en sus diversas manifestaciones, con el objeto de aportar al desarrollo sustentable, al progreso social, cultural, científico, tecnológico de las regiones, del país y de la comunidad internacional”.

Pero este círculo virtuoso no se cierra sin un seguimiento sistemático y una evaluación pertinente de los programas y proyectos que llevamos adelante las universidades junto a nuestros socios comunitarios y aliados estratégicos, de tal manera de conocer en qué medida estamos cumpliendo con los objetivos de la función, de los programas y proyectos específicos, y cómo mejorar. Ello ha resultado un desafío no menor, partiendo por las características propias de la VCM, que al ser bidireccional sus resultados e impactos son -por definición- multicausales.

¿Qué hacer frente a este hecho? ¿Es posible medir y evaluar sin reducir o forzar los resultados? Por supuesto que sí. Y existen diversas metodologías para ello. ¿Cuál es la mejor? Depende, lo importante es que sea pertinente a la definición de los programas de VCM y, sobre todo, que no se desvíe de lo esencial que, según lo que indica la tradición y la ley, está precisamente en el vínculo horizontal y bidireccional entre las instituciones de educación superior y su entorno, para beneficio de la investigación, la formación de profesionales y el desarrollo sostenible del país.

María Inés De Ferrari Directora de Vinculación con el Medio Universidad de Las Américas