Autor Francisco Burgos académico del Instituto de Bosques y Sociedad e investigador del núcleo INVENT UACh.

Por segunda vez el sur de Chile se quedó sin pellets para estufas en los fríos meses de invierno y hoy, ya entrada la primavera, el problema parece haber sido olvidado.

En Chile, la producción de este energético se ubica principalmente en la región del BioBio, al alero de la industria de la madera y se basa, casi en su totalidad, en la reutilización de los residuos generados por el aserreo. Hasta ahí es una buena noticia, ya que se trata de  una industria que mueve miles de metros cúbicos de madera. Pero entonces, ¿por qué falta pellet para las estufas?

A modo de contexto, las estufas a pellets han sido fomentadas en Chile a través de los Planes de Descontaminación Atmosférica (PDA) que se elaboraron cuando muchas ciudades desde O’Higgins hasta Aysén fueron declaradas zona saturada en material particulado.

La solución pasa por bajar la cantidad de material particulado en el aire, lo que se logra con la acción coordinada de dos aspectos i) bajar la cantidad de agua en la biomasa que se utiliza como combustible, ya que es la humedad la que genera una combustión incompleta que resulta en el material particulado y ii) bajar la cantidad de biomasa combustionada.

Los PDA han fomentado bajar el contenido de agua usando una forma alternativa a la leña: los pellets, que al ser un producto industrializado se puede estandarizar la humedad que contengan desde su origen, pero requieren una estufa adaptada a estas condiciones y un parque industrial que los fabrique.

Junto con fomentar el uso de pellet se debe potenciar tanto la producción de éstos, como la comercialización de las estufas y la logística asociada al transporte. Por ejemplo, debido a la pandemia, al pasar más tiempo en las casas se necesita más calefacción, por lo que la cantidad de pellets planificada para el año 2020 se acabó mucho antes de finalizar el invierno.

De esta forma, es necesario pensar este problema no solo como una implementación de políticas públicas, sino como una oportunidad para generar tecnología local y limpia e incentivar el aprovechamiento de este residuo en la pequeña industria para una mejor distribución.