En vista de los últimos acontecimientos, no cabe mayor discusión respecto de que el sistema previsional administrado por las AFP, se basa en el ahorro de parte de las remuneraciones de los trabajadores dependientes, en específico, como mínimo el 10% de ellas y que dichos fondos acumulados por parte del trabajador deberían incrementarse mediante la “administración” que de ellos hacen las AFP. Así como también que dichos fondos tienen como objeto financiar una pensión de vejez cuando el trabajador(a) cumpla la edad legal para pensionarse, o lo haga anticipadamente, si cumple los requisitos legales y por lo tanto, son de su exclusiva propiedad.

En ese sentido y a casi 40 años de la entrada en vigencia de este sistema y a otros tantos años desde que se otorgó la primera pensión de vejez que no contó con el “aporte” del “Bono de Reconocimiento” que existía en el sistema anterior, es legitima la acción de otorgar la posibilidad de retirar el 10% de los fondos acumulados (entre $1.000.000 y $4.300.000), cuya idea de legislar se acaba de aprobar el Congreso.

Teniendo por finalidad que dicha iniciativa ofrezca a los trabajadores una solución para que enfrenten las consecuencias económicas generadas por el coronavirus, ya sea por haber quedado cesantes o por encontrarse con sus contratos suspendidos. Si bien, para ciertas personas, esta medida es “pan para hoy y hambre para mañana”, ya que generaría la disminución del monto de las pensiones debido este retiro, esta idea no considera que se trata de fondos de la exclusiva propiedad de los trabajadores, quienes en el futuro muy probablemente recibirán una pensión de vejez insuficiente. Así, resulta más lógico atender a una necesidad absolutamente presente y urgente, pues -para la mayoría- existe tiempo suficiente para que puedan “devolverse a sí mismos” el monto retirado. ¿Cómo?, aumentando la cotización obligatoria en un 1% o 2%, evitándoles contraer nuevos préstamos, más aún cuando la tasa de endeudamiento ha llegado a más de un 74% como promedio. En síntesis, para la mayoría de los cotizantes, con o sin retiro de los fondos, la expectativa de una pensión de vejez digna y suficiente no es de las mejores hasta el momento.

Razón por la cual sería más útil y provechoso destinar parte del ahorro previsional a paliar la crítica situación económica presente por la que atraviesan muchos trabajadores. Esto último, sin dejar de estudiar un mecanismo como el antes señalado u otro que permita su recuperación, cuando la pandemia haya cesado y la economía se haya recuperado. De lo contrario, la verdad es que estaremos en una situación de “hambre para hoy y también para mañana”.

Orompello Palacios

Académico Facultad de Derecho

Universidad Andrés Bello