Pamela Caro

Directora del Centro CIELO

Universidad Santo Tomás

El efecto “Matilda” fue acuñado en el siglo pasado para describir la invisibilidad de la que han sido objeto las mujeres en el área de las ciencias y tecnologías, que, aun cuando han sido minoría desde antaño, han protagonizado creaciones científicas, pero sin ser justamente reconocidas. Detrás de aquello, existen prejuicios y subvaloración. Si en el pasado, logros desarrollados por científicas -pero atribuidos a científicos-, fueron una realidad, hoy, en el contexto de transformación social que vive Chile y el mundo, de la reciente conmemoración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, el 11 de febrero, y la próxima conmemoración del Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, el 8 de marzo, debemos actuar de manera efectiva para cambiar esta realidad.

Por un lado, se debe lograr la visibilización de las científicas del pasado (por ejemplo, se menciona a Marie Curie como un caso ilustrativo), así como aumentar el reconocimiento de las actuales científicas y sus aportes a la academia y a la sociedad, pues con ello incentivaremos el ingreso de más niñas y jóvenes a carreras profesionales STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés), equilibrar a futuro la tasa de participación por sexo en estas áreas, y con ello contribuir a la igualdad de género y empoderamiento de las mujeres en la sociedad en su conjunto.

¿Cómo enfrentar las barreras que se cruzan en las carreras académicas y científicas de las mujeres? Los desafíos están en distintos planos. A nivel privado, a través de la promoción de la corresponsabilidad en el cuidado, de manera de que la maternidad no limite el desarrollo profesional, cuestión que ocurre cuando padres y madres participan en igualdad de condiciones en la crianza. A nivel público, generando mecanismos de evaluación imparciales y sin sesgos de género de las contribuciones científicas de hombres y mujeres, como proyectos, inventos, patentes, desarrollos, etc.