La tasa de política monetaria o TPM es el principal instrumento que utiliza el Banco Central para cumplir su objetivo de mantener controlada la inflación, es decir el alza sostenida de precios de bienes y servicios que consumimos todos los días (pan, lechugas, tomates, transporte, cine, internet etc.), en torno a un 3% anual en un plazo de 2 años, si no se controla la inflación, los precios podrían subir en forma descontrolada produciendo que cada vez podremos comprar menos bienes y servicios con el mismo ingreso mensual. Un claro ejemplo de esto último es lo que ocurre en Venezuela donde la inflación del último año a febrero del 2018 fue de 6.147%, lo que implica por ejemplo que si el kilo de pan el 01 de Marzo del año pasado estaba a $1.000, el 28 de febrero de 2018 el mismo kilo de pan ahora cuesta $62.470 si esto ocurriera en nuestro país. Pero la TPM también nos ayuda a tomar decisiones de ahorro y endeudamiento, dado que según la evolución a través del tiempo de esta tasa nos genera mayores o menores incentivos para tomar decisiones de ahorro o endeudamiento tanto a las personas como a las empresas:

Si la TPM sube, significa que tanto las tasas de interés a las que podemos acceder en nuestros ahorros (depósitos a plazo o instrumentos de inversión en renta fija) como de nuestros créditos (consumo o vivienda) también suben, por lo que se genera un mayor incentivo al ahorro que al endeudamiento, dado que recibimos una mejor tasa en el banco o institución financiera de nuestra preferencia por los dineros que dejamos en ellas, por otra parte, también nos cobrarán una mayor tasa de interés por los créditos que pidamos a partir de esa fecha en dicha institución financiera (préstamo en cuotas, tarjetas, sobregiros).

Si la TPM baja, significa que el interés que recibimos por los nuevos ahorros que hacemos en nuestra institución de preferencia también bajan, y además, que por los créditos que pedimos nos cobraran una menor tasa de interés por lo que no solo es un incentivo para pedir prestado, sino que también, la oportunidad para refinanciar deudas (pedir un crédito nuevo para pagar uno o más créditos antiguos) tomadas en épocas en que la TPM estuvo alta y nos endeudamos a una elevada tasa de interés.

Por lo tanto, cuando la TPM sube tenemos un mayor incentivo para ahorrar que para pedir créditos y cuando la TPM baja tenemos un mayor incentivo a pedir prestado o refinanciar deudas más caras que para guardar nuestro dinero en el banco.

Bajo el escenario actual de la economía en que desde septiembre del 2013 en general la TPM viene a la baja, ya que en esa fecha estaba en un 5% y en los primeros días de marzo de este año en un 2,5%, nos encontramos con un gran incentivo para pedir créditos ya sea para aumentar nuestro consumo o bien la oportunidad de refinanciar créditos mas antiguos y bajar así el interés que pagamos por nuestras deudas, recordando siempre que el plazo de estos créditos de refinanciamiento, comúnmente llamados de “compra de cartera” debe ser al mismo plazo de cuotas pendientes de pago y una cuota final menor que la de nuestros actuales créditos, ya que al realizar este tipo de operaciones bancarias puede implicar el pago de una cuota de prepago en que la tasa de interés del nuevo crédito no sea lo suficientemente baja como para financiar este tipo de costos del crédito. Converse esto con su ejecutivo de cuentas, pero siempre es bueno evaluar su situación en al menos 3 instituciones financieras.