EL APORTE DE LA EDUCACIÓN AL PROGRESO PERSONAL Y DE LAS FAMILIAS

 

Álvaro Muñoz

Director Académico

Universidad San Sebastián Sede De la Patagonia

 

Para nadie es novedad que la educación produce innumerables efectos positivos en una persona, en las familias, en el desarrollo local y nacional. Por lo mismo, no por lo conocido del dato debe perder importancia y vigencia para analizarlo a la luz de las discusiones sobre políticas públicas en educación y desde la perspectiva de nuevas ofertas de programas que aportan, precisamente, al progreso de las personas y sus comunidades.

 

En el informe de la Encuesta Suplementaria de Ingresos 2016 (ESI), recién publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas, se muestra el panorama de los ingresos de los chilenos ocupados con datos que aportan a lo señalado anteriormente.

En términos generales, el ingreso medio o promedio nacional está en torno a los $517.000, monto igual o inferior al que percibe el 71,4% del total de ocupados. En los extremos, el 50% recibe un ingreso medio de $350.000, mientras que el 9,7% tiene ingresos por un millón y el 1,2% sobre los 3 millones de pesos.

 

Al cruzar estos datos con los diferentes niveles educacionales vemos el gran impacto que produce en sus ingresos los años que las personas han destinado a estudiar. En cifras gruesas es posible comprobar que los ocupados con educación universitaria ganan 2,5 veces más que aquellos con educación secundaria, lo que es muy relevante, pues éstos últimos representan el 44,3% de los ocupados totales.

Ahora bien, quienes alcanzan la educación técnica tienen un ingreso promedio de $568.000 mientras que casi el doble lo perciben los universitarios con $949.000 y prácticamente el triple los que concretan un postgrado ($1.676.186 ingreso medio).

Estos datos no sólo corroboran lo que está muy asentado sobre los beneficios de ascender en los niveles de estudios, sino que validan y dan sentido a los programas académicos que tienen como objetivo la articulación vertical de los diferentes niveles. Es decir, aquellos programas que dan la posibilidad a un técnico superior o profesional no universitario a crecer profesionalmente y al mismo tiempo incrementar ingresos por dos o tres veces más. Estos esfuerzos lo están haciendo las instituciones que han visto en estos segmentos un ámbito desde el cual aportar al desarrollo de las personas y por lo tanto al bien común general, local y regional particularmente.

Bajo este contexto, la Universidad San Sebastián en la sede De la Patagonia tiene una relevante parrilla de programas académicos en las áreas de la economía y la ingeniería (Advance), que ofrece la alternativa real y concreta de crecimiento y desarrollo a quienes, teniendo un título técnico o profesional, toman el desafío de estudiar una carrera universitaria, y eventualmente un postgrado, para diversificar sus opciones laborales, para crecer en su ocupación actual, pero sin duda, y los datos expuestos así lo indican, para ampliar sus expectativas económicas que les permitan un mejoramiento de las condiciones de vida personal y familiar como asimismo el aporte significativo al entorno económico de la región.

 

La educación produce cambios extremadamente positivos en las personas, y las instituciones de educación superior son las llamadas a ser un aporte en la formación de capital humano avanzado y en el consecuente proceso que nos conduzca al anhelo de construir un país desarrollado con equidad y oportunidades para todos.