Inteligencia artificial en Educación : ¿qué pasa con los docentes en Chile?

Por: 

Nelson Castañeda,

Director de escuela, doctor en educación y estudiante de ingeniería en informática

La incursión de la Inteligencia Artificial (IA) generativa en el sistema educativo ha marcado un antes y un después en la forma en que concebimos la enseñanza y el aprendizaje en Chile. Esta tecnología, que promete revolucionar la personalización del aprendizaje, ha generado tanto entusiasmo como inquietud, especialmente en lo que respecta al rol futuro de los docentes en nuestras aulas. Lejos de ser una amenaza, la IA generativa se perfila como una herramienta que, correctamente implementada, puede enriquecer la práctica docente, transformando el rol de los maestros de transmisores del conocimiento a facilitadores del aprendizaje.

La capacidad de la IA para adaptar los contenidos educativos a las necesidades individuales de cada estudiante abre un mundo de posibilidades para la educación. Estudios, como el realizado por la Universidad de Stanford (2018), han demostrado que la personalización del aprendizaje puede conducir a mejoras significativas en la comprensión y retención del conocimiento. Sin embargo, esto no disminuye la importancia del educador; por el contrario, recalca la necesidad de su presencia para guiar, interpretar y proporcionar el contexto humano esencial para un aprendizaje significativo. La IA, por muy avanzada que sea, carece de la capacidad para comprender las complejidades emocionales y sociales que influyen en el proceso de aprendizaje, un área donde los docentes juegan un papel insustituible.

Sin embargo, la integración exitosa de la IA en la educación chilena requiere de un enfoque holístico que aborde tanto las oportunidades como los desafíos que presenta. Uno de los principales retos es la capacitación y preparación de los docentes para esta nueva era. Un informe de la UNESCO (2020) destaca la importancia de invertir en el desarrollo profesional de los educadores, asegurando que posean no solo las habilidades tecnológicas necesarias, sino también la comprensión pedagógica para integrar eficazmente la IA en sus prácticas educativas. Esto implica un cambio en la formación docente, que debe evolucionar para preparar a los educadores para un mundo en el que la tecnología y la humanidad se entrelazan más estrechamente que nunca en el ámbito educativo.

Además, es fundamental abordar las preocupaciones éticas y de equidad que acompañan a la implementación de la IA en la educación. La brecha digital existente en Chile podría ampliarse si no se toman medidas para garantizar un acceso equitativo a estas tecnologías. La experiencia de países que han avanzado en la integración de la IA en la educación muestra que es posible mitigar estas desigualdades mediante políticas públicas enfocadas en reducir la brecha digital y promover una alfabetización tecnológica universal.

En conclusión, la IA generativa en la educación chilena representa una oportunidad sin precedentes para transformar la manera en que enseñamos y aprendemos. Sin embargo, para que esta promesa se materialice de manera positiva, es crucial que los docentes estén en el centro de este proceso de cambio, equipados con las herramientas y el conocimiento necesarios para aprovechar al máximo el potencial de la IA. Así, podremos asegurar que la tecnología sirva como un puente hacia una educación más inclusiva, personalizada y efectiva, preparando a nuestras futuras generaciones para los desafíos del siglo XXI. La tarea no es menor, pero el potencial para enriquecer la educación y la práctica docente en Chile es inmenso cambiará la educación en Chile, sino cómo lo hará y en beneficio de quiénes. La oportunidad es grande, y el momento de actuar es ahora.