Alzheimer en la dimensión sexo afectiva

 Ivonne Maldonado Directora Carrera de Psicología Universidad de Las Américas Sede Concepción

 El Alzheimer es una enfermedad progresiva que se caracteriza por la degradación de las células nerviosas del cerebro que lleva a la pérdida de memoria, desorientación espacial y temporal, además de un deterioro intelectual significativo.

Esta enfermedad es silenciosa y paulatina, avanza sigilosamente y no se detiene. Frente a este diagnóstico, la familia y quien la padece quedan desconcertados, muchas veces comienza un duelo a través de la negación, transitando por la rabia, la tristeza hasta llegar a la aceptación en el mejor de los casos.

Considerando la descripción anterior, se hace complejo incorporar una mirada que valida la sexualidad y la vida amorosa de las personas diagnosticadas con Alzheimer. Si dejamos de lado los prejuicios y la ignorancia, podemos incorporar una visión comprensiva desde el uso de la libertad, por cierto, acompañándolas para la toma de decisiones, considerando su biografía amorosa.

Escuchar lo que necesitan, lo que desean, apoyarles y orientarles es el rol de la familia o pareja, intentar que se sientan capaces de decidir y vivir sus afectos, ya que no necesariamente es el final de la vida sexual, la persona no solo no se aleja emocionalmente de su pareja, sino que difícilmente puede enamorarse de otra persona.

Es preciso entender que cada pareja es única y no todas transitan en una línea continua en el curso de la vida, hay ocasiones como estas, donde una enfermedad puede intentar llevarse la identidad, los vínculos, las ganas de vivir, pero el amor es un factor protector, quienes aman logran avanzar en este tránsito duro, con la premisa de desafíos más que obstáculos, nada fácil, pero posible.

Llegará el momento donde ya no puedan tomar sus propias decisiones y la figura de tutor tendrá que velar por el bienestar del paciente, hasta que ese momento no se haga presente.

La invitación es a respetar sus creencias, su biografía, sus anhelos, tener la mente abierta a las expresiones de intimidad que se pueden dar en el espacio de pareja.

Vivir y no sobrevivir en un mar de confusiones. El amor puede ser la luz que ilumina el camino.