Un trabajo conjunto del estudiante con su familia, que tiene como clave fundamental priorizar, es parte de las recomendaciones que entrega el psicólogo y docente de la Escuela de Ciencias Sociales (ECSo) de la Universidad de O’Higgins (UOH), Cristian Donoso.

Ingrid sale del colegio a las 16.20 horas y corre a tomar la micro que la trasladará a Rancagua para llegar al preuniversitario. Ingresa a las 17.30 y sale a las 19.00, de lunes a miércoles. Regresa a su casa a las 20.00 horas.

Esta rutina que al principio no la complicó, a mitad de año se hace cuesta arriba y comienzan a aparecer los signos del temido estrés, al que -por cierto- aportan las decisiones propias de terminar la enseñanza media: ¿Qué quiero estudiar? ¿Realmente quiero ir a la Universidad? ¿Qué pensarán mis padres y mi familia?

A partir de este ejemplo, que es la vivencia de miles de jóvenes que cursan su último año de enseñanza media, el psicólogo y docente ECSo-UOH, Cristian Donoso, nos habla de fortalecer el “locus de control interno, es decir, organizarse a través de metas claras, realistas, a corto plazo y que sean fáciles de lograr”. Explica que “esta práctica tan sencilla podría ayudar al estudiante a aumentar la sensación de control que se tiene sobre la realidad en la que se está actuando y junto con ello, disminuir, lo más posible, la incertidumbre sobre el resultado de un suceso”.

Peligro en metas ambiciosas

Cristian Donoso indica que “muchas veces se comete el error de establecer metas muy ambiciosas y a largo plazo, y son estas mismas las que pueden terminar generando estrés al ver que no se están cumpliendo”. Por ello, recomienda la creación de listas de tareas o checklists. “Estas -sostiene- pueden ayudar a los/as estudiantes a sentir que poseen un mayor control sobre los acontecimientos de su vida académica, además de ser completamente ajustables a las necesidades individuales, pues se pueden crear checklists bajo diferentes clasificaciones: tareas del mes, tareas del día, tareas por materia, tareas por prioridad (urgente, importante, medianamente importante, etcétera), siendo un método que resalta por ajustarse a los contextos individuales, entendiendo que no todos/as los/as estudiantes priorizan las mismas cosas”.

Colegio y preuniversitario

El docente explica que para que colegio y preuniversitario se puedan priorizar de forma óptima, los/as estudiantes deben tener claro que “el colegio debería ser la prioridad esencial y el preuniversitario debe tomarse como una actividad complementaria, que les puede aportar elementos que van más allá de la ganancia de contenidos, tales como el desarrollo de técnicas de estudio; autonomía para aprender de manera autorregulada; capacidad de administrar los tiempos de forma efectiva, entre otras”.

El preuniversitario, añade el experto, debe utilizarse para “reforzar aquellos contenidos en los que me percibo débil o que puedan ser esenciales como base para la carrera que deseo cursar, evitando tomar un exceso de asignaturas que aumenten la carga académica; así puede focalizarse en la mejora de aquellos ‘puntos débiles’ o aspectos que realmente se desean trabajar”.

¿Cómo deben actuar las familias del estudiante para no sumar más estrés?

Considerando que el término de la etapa escolar es por sí misma una fuente de estrés, las familias juegan un rol fundamental y deben intentar no imponer sus intereses ni expectativas por sobre los del/la estudiante, pues esto puede entorpecer el proceso de exploración vocacional.

Si el colegio en que está el/la estudiante gira solo en torno a la PAES, ¿cómo deben los padres apoyar a su hijo/a?

Recomiendo a los padres que ayuden a marcar límites entre el entorno escolar y el familiar, con el fin de diferenciarlos. No es conveniente que el/la estudiante, una vez concluida la jornada escolar, siga recibiendo comentarios, preguntas o conversaciones sobre la PAES, esto podría transformar el entorno familiar y de descanso en una fuente de estrés y/o ansiedad, al sentir que no existen pausas frente a esta temática.