La misteriosa hepatitis que afecta a los niños

Natalia Castillo, académica Escuela TENS y Beatriz Arteaga, Directora Escuela TENS Universidad de Las Américas

La hepatitis es una inflamación del hígado que se puede producir por diferentes causas como infecciones virales, intoxicaciones y alteraciones inmunológicas. Sin embargo, la hepatitis que ahora genera mayor preocupación es de origen desconocido hasta el momento y está afectando prioritariamente a los niños, se presenta de forma abrupta y evoluciona rápidamente, evidenciando que los menores afectados han estado previamente sanos y no se ha detectado ninguno de los virus comunes que producen hepatitis.

La información que expresa la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre esta situación es limitada y confirma lo anterior. Pese a ello, ha comunicado que las líneas de investigación que se están siguiendo son las asociadas a la infección por adenovirus y por COVID-19, descartando relación con las vacunas para controlar este último debido a que la mayoría de los niños afectados no han sido inmunizados.  En esta línea, estudios recientes sugieren la hipótesis de que en niños que han sido contagiados con SARS-CoV-2 se podría producir disfunción hepática posterior a la infección, mientras que otro estudio sugiere que en menores que sufrieron infecciones por Coronavirus su sistema inmunitario puede sobrerreaccionar a una posterior infección por adenovirus, provocando casos de hepatitis aguda.

La OMS fue informada por primera vez el 5 de abril de 10 casos en Escocia y posteriormente se ha evidenciado la presencia de esta enfermedad en distintas latitudes del planeta. Afortunadamente, en Latinoamérica aún hay pocos datos para considerar un brote o epidemia, sin embargo, cada país se encuentra en alerta y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) está monitoreando posibles casos en la región. En Chile aún no hay casos confirmados, pero se ha incrementado la búsqueda y la coordinación con agencias internacionales dando la instrucción de informar cualquier caso sospechoso a la autoridad sanitaria regional y nacional.

En este contexto, surge la pregunta respecto a cómo podemos actuar ante a la incertidumbre. En este sentido se debe estar alerta sin caer en el caos, pero siendo consientes de los signos y síntomas que pueden dar aviso de la enfermedad, los cuales son vómitos, dolor abdominal y diarrea, pero el signo más característico es la ictericia o coloración amarilla de la piel, mucosas y escleras, la orina se oscurece y se ve similar al té, mientras que las deposiciones se tornan más blanquecinas, todo esto se acompaña de decaimiento y compromiso del estado general del niño.

En caso de observar que su hijo o hija presenta estos signos o síntomas, debe llevarlo rápidamente al pediatra o el servicio de urgencia infantil, ya que en algunos casos se ha visto una rápida evolución que puede agravar el cuadro en cosa de horas.

Por otra parte, es fundamental mantener medidas de higiene en el hogar como el lavado de manos y de los alimentos que se van a ingerir, además de cubrirse la boca al toser o estornudar para evitar la transmisión del adenovirus, microorganismo que ha tenido cierta asociación.

Finalmente, resulta esencial mantenerse informado por canales oficiales y confiables como lo son el Minsal, la OPS, la OMS, las publicaciones de universidades, hospitales o clínicas, y no por las redes sociales, ya que en ellas existe un gran riesgo de errores y especulaciones sobre el tema.