DESDE LA PRIMERA INFANCIA:

APRENDER A CONVIVIR PARA PREVENIR LA VIOLENCIA

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  • En un contexto país, donde la violencia ha irrumpido en los distintos ámbitos de la vida, personales, comunitarios y públicos, es fundamental y urgente incorporar una educación de prevención desde la primera infancia.
  • Fundación CAP, a través de su Programa Aprender en Familia entrega algunas recomendaciones que pueden ayudar a potenciar la buena convivencia y disminuir las conductas violentas.

 Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año hay 1,4 millones de muertes por violencia; más de 3.800 al día, y 200 mil homicidios en el mundo se dan en jóvenes, entre 10 a 29 años, siendo la cuarta causa de muerte en este grupo. En este contexto, sabemos que por cada uno de esos jóvenes muertos hay miles de heridos física y psicológicamente producto de la violencia. Esta realidad no dista mucho de lo que está pasando en Chile, durante los últimos años, donde lamentablemente se están dando con mayor frecuencia situaciones de violencia, de distintos tipos e intensidades, ya sea como víctima, como testigo o porque la hemos ejercido. Algunas de estas situaciones escapan de nuestro control, pero en otras es posible evitarlo, es por eso que la psicóloga y coordinadora del Programa Aprender en Familia de Fundación CAP, Claudia Soto entrega algunos  consejos de cómo poder prevenir.

“Promover y trabajar una sana convivencia en los niños y niñas desde la primera infancia, es la clave para que vayan aprendiendo a relacionarse de forma positiva con las demás personas, a compartir con otros que piensan distinto, que tienen gustos, intereses, orientaciones diferentes. Y a darse cuenta que en la diversidad está la riqueza de la vida, lo cual conducirá a poder resolver las diferencias, sin llegar a conductas violentas, y expresar las emociones de manera regulada”, explica Claudia Soto, psicóloga y coordinadora del programa Aprender en Familia de Fundación CAP

Además, agrega que “para lograr esto es fundamental favorecer, desde que nacen, el desarrollo de las habilidades socioemocionales, ya que está probado que entre más temprano se aprendan y pongan en práctica, mejores serán los resultados. Los distintos estudios muestran que cuando la buena convivencia se enseña, es más fácil alcanzar un  buen desarrollo afectivo social. Es nuestra responsabilidad como adultos ayudar a los niños, niñas y jóvenes a desarrollar y ejercitar diariamente las habilidades socioemocionales que serán clave para la convivencia y prevención de la violencia”.

Y ¿cuáles son estas habilidades?

  1. Conciencia de uno mismo: Capacidad de identificar, registrar y conocer los estados internos, emociones, recursos y valores, y cómo estos inciden en nuestra conducta.
  2. Conciencia de los otros: Capacidad de identificar, registrar y conocer las emociones y la perspectiva de las otras personas, identificando diferencias y similitudes.
  3. Empatía: Capacidad   de comprender las emociones y sentimientos de los otros, actuando acorde con esto.
  4. Colaboración y comunicación: Capacidad de realizar acciones con las demás personas siendo capaz de escuchar y expresarse de manera asertiva a través del  lenguaje verbal y no verbal
  5. Autocontrol: Capacidad de manejar las propias emociones, pensamientos y comportamientos de forma efectiva para uno mismo y para las demás personas.
  • El fortalecimiento de estas habilidades, unido a una adecuada regulación de las emociones, va generando un desarrollo socioemocional que permite reconocer las propias necesidades y encontrar formas de satisfacerlas sin recurrir a la violencia. Para esto es esencial aprender también a comunicarnos adecuadamente con otras personas, es decir de forma asertiva (siendo directos y diciendo lo que necesitamos), empática (tomando en cuenta los sentimientos del otro) y simétrica (sin sentirse, ninguna de las partes, superior o inferior a la otra).
  • La familia es el espacio privilegiado para promover en los hijos e hijas relaciones libres de violencia y ambientes de buen trato. Si queremos que nuestros hijos e hijas no sean víctimas de la violencia ni tampoco la provoquen, debemos entregarles herramientas para regular sus emociones, resolver conflictos y relacionarse con las demás personas sin violencia. Un ambiente familiar sin violencia permite convivir y desarrollarse sanamente a todos sus miembros, estableciendo relaciones interpersonales positivas a lo largo de su vida.

Algunas recomendaciones que nos pueden ayudar a disminuir las conductas violentas y potenciar la buena convivencia en distintos ámbitos de nuestras vidas son:

ANTES DE

COMUNICAR

Reconoce tus emociones y necesidades

¿Qué siento?

¿Qué necesito?

Tómate un momento para calmarte si estás muy enojado/a o alterado/a Observa, escucha e intenta imaginar qué le está pasando  al otro para actuar así.

 

EN EL MOMENTO DE COMUNICAR Expresa tus emociones y necesidades  para que se entienda tu manera  de actuar

 

Pregunta, ¿qué sientes? ¿Qué necesitas? ¿Por qué te comportas así?

 

Pide directamente lo que quieres, para asegurarte que quede claro.
¿QUÉ HACER? Evita hacer juicios sobre la otra persona, puedes equivocarte. Evita culparte a ti mismo o al otro Evita dar sermones,  advertencias o consejos que impidan que ambas partes se escuchen.