El 17 de marzo pasado Unión San Felipe y Santa Cruz disputaron un partido que en otro momento hubiese tenido poca trascendencia, pero que pasó a la historia ya que terminó siendo el último en jugarse antes que Chile entrara en la fase 4 del Covid-19.

Del pitazo final de ese partido han pasado cinco meses sin tener fútbol profesional, algo inédito en la historia de nuestro balompié. Pero hace unos días el presidente Sebastián Piñera anunció el retorno del fútbol profesional para el sábado 29 de agosto, cuando Colo-Colo y Santiago Wanderers tengan el honor de ser el primer encuentro después del paréntesis.

Al parecer está todo bien planificado: se juega sin público, los jugadores locales se van a duchar a sus casas después del partido, se exigirá distanciamiento físico en todos los lugares del estadio e incluso se sancionará a los jugadores que celebren los goles abrazados. Estas medidas son resultado de un trabajo de meses entre la ANFP y el Gobierno, asesorados por una comisión médica de reconocida trayectoria.

Pero ¿está todo controlado? En cualquier ámbito de la vida, uno de los secretos de una buena planificación es tratar de reducir al máximo la posibilidad de error por factores externos, esos que, pese a que se haga un plan con todas las variables controladas, pueden echar por la borda meses de labor.

Poco se ha hablado de lo que puede suceder en las proximidades de los estadios, espacios donde grupos de hinchas pueden juntarse y generar aglomeraciones que vayan en contra de todas las medidas sanitarias. Se sabe es que las barras no son muy dadas a seguir reglas y el regreso al fútbol es un escenario propicio para que vuelvan a aparecer en masa.

Ejemplos hay muchos: el Bayern Munich acaba de ganar la Champions League y las imágenes de hinchas celebrando abrazados en Alemania, dieron la vuelta al mundo. O en Perú, donde se planificó el regreso al fútbol y tras el primer partido se tuvo que suspender, ya que los fanáticos rompieron todos los protocolos de seguridad y marcharon afuera del Estadio Nacional de Lima.

Es acá donde la autoridad y los medios de comunicación deben reforzar con fuerza que estamos lejos de haber salido de esta emergencia sanitaria, más aún cuando se retomará una actividad tan masiva y que genera tanta pasión y pocos momentos de reflexión como es el fútbol.

El fútbol volverá después de 165 días y el mayor riesgo no está en camarines o canchas, sino que en el hincha que sienta que, si la pelota volvió a rodar, nada malo le puede pasar.

 

Ignacio Pérez Tuesta, Director Escuela de Periodismo  Universidad de Las Américas