INUNDACIONES

Por: Carlos Ignacio Kuschel Silva

        Diputado de la República

 

En los últimos 10 años estamos soportando un cambio climático notorio, con déficit de lluvias todos los años salvo una excepción.

Tenemos cambios ecológicos profundos debido a intensas y extendidas deforestaciones  mecánicas y por  fuego cadenas de intervenciones en los ríos, alteraciones en el régimen natural de ríos importantes, sin mecanismos de compensación de caudales,                                                 drenaje de amplios territorios pantanosos, ñadis, hualves, mallines, vegas, valles que hacían de reservorios naturales de agua con efectos retardadores en las crecidas.

Estos cambios profundos inciden en las cuencas y provocan un aumento en la peligrosidad  y  frecuencia de las crecidas extraordinarias y catastróficas.

Esta situación se presenta en zonas rurales del valle central, cordilleranas pero también en zonas urbanas.

La expansión concéntrica de algunas ciudades en círculos o en anfiteatros nos hace sufrir inundaciones en la mayor parte de las zonas urbanas donde no se ha expandido la capacidad de evacuación de las aguas lluvias al mismo ritmo en que creció el área que recoge aguas para canalizarlas a antiguos desagües.

Por ello las crecidas e inundaciones están resultando más peligrosas y dañinas.  Los escasos cálculos han sido superados  por la realidad.

Nuestros estudios hidrológicos y modelos matemáticos han quedado cortos en sus estimaciones, escalas de intensidad, para distintos años.

Las crecidas extraordinarias, llegan a suceder en años de sequía incluso.

Los datos técnico – científicos basados en observaciones anteriores a la profundas modificaciones  operadas   en nuestro planeta – cambio climático- efecto  invernadero en nuestra zona, corrientes marítimas de El Niño, La Niña (seca) sobre las costas del Norte de Chile y las costas de Perú y Ecuador, con alteraciones de los ecosistemas en las cuencas altas de esos ríos, con cambios sustanciales también.

Las crecidas e inundaciones se vuelven más intensas y frecuentes en sus secuencias, con pérdidas sociales y económicas directas e indirectas en infraestructuras y capacidades.

Podemos prevenir actividades e inversiones  en zonas de crecida peo no tenemos capacidad de neutralización.

La conformación o configuración del terreno, las pendientes, las áreas inunda bles pueden ser trabajadas con protecciones, diques u otros elementos, en los episodios de grandes crecidas por mayor cantidad de agua caída, concentración, velocidad, coincidencia de las ondas de crecidas que tardan cada vez menos tiempo en recorrer los tramos.

Las inundaciones y crecidas no sólo arrastran agua.  Vemos que se desmoronan masas de hielo, de nieve, de tierra, árboles y piedras.

Además, de las obras directas podemos considerar alternativas de desvíos de los principales cursos de agua así como rebalses y alivios.