La última Encuesta Nacional de Salud, reveló un importante aumento en el consumo de medicamentos a nivel nacional. De acuerdo a este análisis, el 13% de los chilenos consume más de cinco medicamentos al día, y más de la mitad, por lo menos, se toma una pastilla cada 24 horas.

Lo anterior implica un importante gasto económico para toda la población, lo que se ve reflejado en cifras puntuales entregadas por el Instituto de Salud Pública (ISP), las que muestran que en el primer semestre del 2018 en el país se adquirieron 1,8 millones de pastillas cada día a través de farmacias. Entre los medicamentos más vendidos destacan: Paracetamol con un 12,4%, seguido por el Ácido acetilsalicílico (Aspirina) con un 10,7%, Losartán, 10,3%; Metformina, 9,5%y Atorvastatina con un 7,5%.

El consumo de estos medicamentos ciertamente está comenzando a pertenecer a la canasta de compras habitual que puede tener una familia; por lo mismo resulta fundamental tener conocimiento sobre las alternativas más económicas que existen a la hora de poder comprar un tipo de fármaco en particular; y que, por mero desconocimiento, se piensa no tiene el mismo efecto que los medicamentos referentes.

¿Cuál es la diferencia?

Christian Rodríguez, gerente general de laboratorio Synthon Chile, nos explica que en nuestro país podemos clasificar los medicamentos en tres grandes grupos. En primer lugar están los medicamentos innovadores u originales, “se trata del resultado de una investigación realizada por una compañía farmacéutica, la que descubre una molécula o principio activo y luego de un completo estudio científico y clínico  concluye si  sirve para tratar una determinada dolencia o enfermedad”. Estos medicamentos están protegidos por patentes  durante 15 o 20 años.

 Luego contamos con los medicamentos genéricos, con o sin marca, una vez que han caído las patentes de los innovadores, otros laboratorios pueden sacar al mercado el mismo producto y con el mismo principio activo.

Finalmente, están los medicamentos genéricos BIOEQUIVALENTES, productos que cuentan con estudios avalados por el ISP, que certifican que tienen la misma eficacia y además son intercambiables con los innovadores. Tienen un precio significativamente menor que los originales.

Para concluir, Rodriguez enfatiza que “la bioequivalencia entrega accesibilidad a tratamientos que cumplen con la misma efectividad y calidad que un referente, siendo hasta un 30% más económicos”.