¿Cómo prevenimos el cáncer cervicouterino?

Aún cuando es la séptima causa de muerte en mujeres, este cáncer tiene una tasa de letalidad más alta que el de mamas. Este es sólo uno de los cánceres ginecológicos de los que poco se conoce y que puede afectar a mujeres de cualquier edad.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer cervicouterino provocó la muerte de 342 mil de las más de 604 mil diagnosticadas en 2020 a nivel mundial, mientras que en Chile los diagnósticos superaron los 1.500, con 800 fallecimientos en el mismo periodo. Y aun cuando las muertes por cáncer de mamas alcanzan las mil seiscientas personas, el cervicouterino – proporcionalmente al número de casos diagnosticados.

Por esto, en el mes de la Concientización sobre el Cáncer Cervicouterino es importante conocer sus causas y saber cómo prevenirlo. “El cáncer de cuello uterino es el más frecuente dentro de los cánceres ginecológicos, siendo el de más fácil detección a través de un examen citológico, previniendo su desarrollo y la disminución de su incidencia”, indica Magdalena Galarce, médica de servicios clínicos y farmacéuticos de Farmacias Ahumada.

Cabe señalar que cuando se habla de cáncer ginecológico se incluyen todos aquellos que afectan a los órganos reproductores de la mujer, siendo los más recurrentes el de cuello uterino, el de ovarios y útero, junto con el de vagina y vulva, con una menor frecuencia. No obstante, todos ellos constituyen un importante problema de salud pública, ya que su tasa de mortalidad es de 143 por cada 100 mil mujeres en Chile.

“Es importante que las mujeres, sobre todo luego que comienzan con su vida sexual, le tomen el peso a esto, sabiendo que la prevención y los controles periódicos son vitales. En el caso del cáncer cervicouterino, las lesiones premalignas y los tumores suelen ser visibles tempranamente al realizar el examen ginecológico, por lo que el diagnóstico es mucho más factible que con el cáncer de ovarios, por ejemplo, que es más difícil de detectar en etapas tempranas”, añade la facultativa.

También hace hincapié en conocer las condiciones normales para cada paciente y aquellas que pueden ser indicios de que algo no anda bien. “Algunos de los síntomas que deben alertarnos son sangrado vaginal luego de las relaciones sexuales, sangrado inusual -ya sea más abundante o por más días de los que la mujer suele tener- o si ocurre después de la menopausia, el dolor o la presión en la pelvis, flujo vaginal de olor fuerte o con sangre. Sin embargo, las mujeres con lesiones precancerosas y cáncer en etapas tempranas usualmente no presentan síntomas, de allí la importancia de los controles periódicos, la prevención y el diagnóstico oportuno”, complementa.

El rol de la detección

En la actualidad, existen dos pruebas claves para su detección. La primera es la citología vaginal – o el comúnmente llamado Papanicolau- que identifica los cambios en las células del cuello uterino que pueden convertirse en cáncer si no se tratan adecuadamente, junto con la prueba para la detección del Virus del Papiloma Humano (VPH).

“La infección persistente por este último se convierte en el factor de riesgo más importante. De hecho, se estima que cuatro de cada cinco mujeres tienen contacto con el VPH alguna vez en su vida, aunque el 90% de las infecciones son eliminadas por el propio sistema inmune, pero hay un porcentaje que lo mantiene. Son estos casos los que debemos identificar”, menciona Galarce. El Ministerio de Salud estima que entre el 20% y el 30% de las mujeres menores de 30 años puede ser portadora del virus, aunque el grupo etario más propenso para el contagio está entre los 35 y 55 años.

En este sentido, y gracias a las políticas públicas implementadas en nuestro país, todas las mujeres tienen acceso al Papanicolau de forma gratuita, tanto en el sistema público como en el privado, ya que está incluido en las Garantías Explícitas de Salud (GES). Asimismo, desde 2014 la vacuna contra el VPH está incluida dentro del Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI) para todas las niñas y niños que cursan cuarto y quinto básico, o que estén entre los 9 y 13 años. Para Galarce, “ambas acciones son claves, tanto en la prevención como en la detección temprana, un paso importantísimo para disminuir la mortalidad en las mujeres. En los 80´s, este cáncer era mucho más frecuente y mortal, pero hoy ocupa el séptimo lugar como causal de fallecimientos”.

En 2020, la OMS lanzó una campaña para la erradicación del cáncer cervicouterino, estableciendo el plan 90-70-90; 90% de niñas vacunadas, 70% de mujeres con un test de VPH y un 90% de mujeres diagnosticadas con tratamiento, metas que deberían alcanzarse para el 2030.

“Necesitamos conversar más sobre esto, sobre el rol de la vacuna, la utilidad del PAP y la opción de realizarse el test de detección del VPH. Aquí todos tenemos que aportar, tanto como especialistas de salud y como mujeres, visibilizando el tema y explicando las diferentes estrategias de prevención, con el fin de que más mujeres sean diagnosticadas a tiempo y accedan al tratamiento adecuado. No hay que tener miedo, es nuestra responsabilidad”, finaliza la especialista.