Según resultados del II Estudio Nacional de Hábitos de Actividad Física y Deporte en Población con Discapacidad*, elaborado en diciembre de 2020 por el Ministerio del Deporte, solo un 10,9% de las personas que realizan algún deporte tienen discapacidad intelectual mientras que el 12,6% manifiesta tener discapacidad visual, 0,3% auditiva y un 76,1% física. Si bien en los últimos años se ha observado una notoria evolución frente a diversos temas de inclusión, el incremento de participación de personas con discapacidad en eventos deportivos aún sigue siendo un tema, provocada por gran participación de deportistas con discapacidad física o sensorial versus un porcentaje muy reducido de aquellos con discapacidad intelectual.

La discapacidad intelectual, se puede definir como aquellas limitaciones significativas en conductas adaptativas, como el lenguaje, lectura, escritura, habilidades sociales como seguimiento de reglas y normas, y otras prácticas como el cuidado personal y manejo de dinero, por nombrar algunas. Por lo general este tipo de discapacidad se reconoce a muy temprana edad, es frecuente que se observen algunas características desde las primeras etapas del desarrollo de los niños.

Cristina Gil, directora de Centro Barlovento, comenta que “la actividad física tiene muchos beneficios. Su práctica habitual no sólo contribuye a la salud física y emocional, sino que también es necesaria para el desarrollo y aprendizaje, permitiendo que se genere un espacio de enriquecimiento a través de las relaciones interpersonales entre compañeros y entrenadores».

La práctica habitual de un deporte fomenta en personas con DI el desarrollo de habilidades sociales, relaciones con pares, comprensión y seguimiento de instrucciones/normas, cooperación, tolerancia, lealtad, honestidad, empatía, motivación y por supuesto trabajo en equipo. En el ámbito psicológico, promueve un aumento de la autoestima al mejorar la percepción de sí mismos, lo que va de la mano con el desarrollo de habilidades como la superación personal al trabajar la constancia para alcanzar objetivos personales. Fisiológicamente, el cuerpo también se favorece a través de un impacto positivo en la circulación sanguínea, el desarrollo de la musculatura, mejoras en la coordinación y por supuesto, la prevención de enfermedades por falta de movilidad.  “Se sabe que las personas con discapacidad intelectual tienen algunos riesgos asociados a la salud. Algunos de ellos, que pueden prevenirse con una adecuada rutina de ejercicios son el riesgo de cardiopatías, la hipertensión, altos niveles de colesterol, triglicéridos y glucosa. El deporte también previene y reduce la obesidad al mejorar el metabolismo y el consumo calórico.”, argumenta Cristina.

Del mismo estudio mencionado anteriormente, se desprende que en cuanto a participación deportiva a un nivel más profesional un 29,6% ha participado en los Juegos Paranacionales, un 16,4% ha participado en torneos nacionales y un 14,1 en los Juegos Parapanamericanos. Esto demuestra que hay un alto número de clasificaciones a competencias, tanto a nivel nacional como internacional.

Con la finalidad de promover instancias inclusivas en donde se aleje del sedentarismo y se acerque a las personas con DI a las actividades deportivas, Centro Barlovento practica deportes bajo la modalidad MixedAbility, en donde personas con y sin discapacidad forman un sólo equipo, cuyo compromiso general es construir una sociedad para todos, movida por la pasión que entrega practicar deportes.