●  Al retomar las actividades escolares es importante volver a organizar las rutinas y mantener un nivel adecuado de carga para prevenir el estrés.  Fundación CAP entregan algunas herramientas que ayudan a manejarlo, especialmente para adultos a cargo de niños, niñas y adolescentes, como profesores, padres y apoderados o cuidadores.

Fundación CAP invita a reflexionar sobre el estrés, desde la perspectiva de cómo impacta a nuestro entorno y nuestras relaciones personales inmediatas. Es posible, que cuando pensamos en el estrés, tendamos a creer que es algo negativo que perjudica nuestra salud, pero antes de profundizar en este impacto interpersonal, es necesario señalar que el estrés es una respuesta natural del organismo frente a situaciones que son interpretadas como una amenaza o peligro para la supervivencia. En esta búsqueda de adaptación o de sobrevivencia, se genera una respuesta a nivel fisiológico, psicológico y de comportamiento que conocemos como estrés. Por lo tanto, el estrés tiene una función adaptativa que nos prepara de manera integral para enfrentar dificultades.

No obstante cuando mantenemos un estado de estrés prolongado se transforma en una situación riesgosa para nuestra salud y afecta distintos ámbitos de nuestra vida. La Psicóloga del Programa Aprender en Familia de Fundación CAP, Natalia Mondaca señala que el estrés prolongado puede “Impactarnos a nivel personal: por ejemplo, en la capacidad de aprender, de retener información e incluso en la capacidad de disfrutar. Además, nos afecta a nivel interpersonal, interfiriendo en nuestra capacidad de relacionarnos de manera saludable y de cuidar y proteger a otros”. ¿Esto por qué? Porque en la medida en que no cuidamos nuestra salud, es posible que no seamos capaces de atender las necesidades de quienes nos rodean, tal como lo hacemos cuando estamos en pleno bienestar. Cuando estamos en un estado de estrés, se presentan diversos síntomas a nivel físico, psicológico y conductual que interfieren  en nuestro día a día.

“A nivel físico puede aparecer el cansancio y la fatiga, dolores de cabeza, dolor de estómago, bruxismo o dificultades para dormir (insomnio o pesadillas)” añade, Natalia Mondaca.  Y agrega, “a nivel psicológico, algunas manifestaciones son la inquietud o hiperactividad, ansiedad constante, dificultades para concentrarse o irritabilidad frecuente. Por último, a nivel conductual, puede haber tendencia a discutir con los demás, a aislarse, aumentar el consumo de café, tabaco u otras sustancias, o tendencia a dejar de hacer lo que se acostumbraba, por desgano o apatía”.

¿Qué podemos hacer para prevenir el estrés? Algunas sugerencias de Fundación CAP son:

●  Cuidar el sueño, resguardando dormir 7 a 8 horas.

●  Alimentarnos de manera saludable y equilibrada.

●  Hacer actividad física de manera habitual.

●  Incorporar simples rutinas de respiración consciente.

●  Realizar algún hobbie.

●  Dedicar tiempo personal para meditar, semanalmente.

●  Mantener un círculo de personas cercanas con quienes compartir y poder apoyarse.

Y para ayudar a los niños y niñas de nuestro entorno, se debe procurar construir ambientes de confianza, donde puedan hablar sobre lo que les estresa, realizar actividades recreativas y placenteras familiares, salir a andar en bicicleta, jugar juegos de mesa en familia o incluso pueden hacer rutinas de respiración antes de ir a dormir o al iniciar el día.