José Albuccó, académico de la Universidad Católica Silva Henríquez y creador del blog Patrimonio y Arte.

Ya comenzó el receso estudiantil que, con tres semanas de duración, es un espacio de necesario relajo y esparcimiento antes de iniciar la segunda etapa y final del año. En esta ocasión la recomendación de las autoridades sanitarias es a preferir las actividades al aire libre, debido al alza de las enfermedades respiratorias y que proliferan en espacios cerrados. Recomendación que se convierte en una invitación para conocer distintos lugares de nuestro patrimonio natural.

Entendemos como patrimonio natural todas aquellas formaciones físicas y biológicas creadas poco a poco a lo largo del tiempo por la naturaleza, teniendo un valor universal excepcional desde el punto de vista estético, científico y cultural. Según el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE), en 2020, pleno año de pandemia, hubo 1.394.564 visitantes a parques nacionales. Cifra que no evidenció el creciente interés por estos espacios en la última década y que, en 2019, logró llevar 3.523.447 visitantes a diversos parques que forman parte de nuestro patrimonio natural.

Los parques y las reservas nacionales son un excelente espacio, especialmente para niños, jóvenes y familias, para conocer la diversidad de flora y fauna, y aprender a valorar el medioambiente. Las reservas son áreas de menor extensión que los parques nacionales, pero que también necesitan de conservación y cuidado debido al peligro de que estos ambientes únicos puedan sufrir cambios irreparables, dañando el medio ambiente y el bienestar de la comunidad. Vale recordar que, en este sentido, el Ministerio del Medio Ambiente está desarrollando el Proyecto de Ley Marco de Cambio Climático que contó con una participación amplia y multisectorial, y que buscó recoger la visión y experiencia de diferentes actores de la ciudadanía.

La invitación, entonces, es a vivir la experiencia y tomar conciencia de estos lugares que, gracias a nuestra privilegiada geografía, tenemos de sobra. Algunos de ellos son la Laguna Chaxa que se encuentra dentro del Salar de Atacama, formando parte de la Reserva Nacional Los Flamencos; la reserva biológica de Huilo Huilo, proyecto que busca conservar el patrimonio natural y cultural de la zona; la Reserva Nacional Tamango que entrega un hábitat vital para la fauna nativa, apoyando la conservación de especies amenazadas o en peligro de extinción; la Reserva Nacional Tamango que tiene un rol protagonista en la protección del huemul, pero que también es hábitat del zorro culpeo, el guanaco, el puma, el chingue patagónico y la vizcacha montesa del sur. Por último, la Carretera Austral que nos lleva a cruzar en su recorrido hacia la ciudad de Cochrane, permitiendo atravesar el cordón cordillerano Cerro Castillo que separa las cuencas hidrográficas de los ríos Aysén e Ibáñez.

Estas vacaciones de invierno no solo son una oportunidad para acudir a reservas y parques nacionales, permitiendo crear valor económico y cultural en estas zonas, sino también para concientizar, en especial a las nuevas generaciones, en el cuidado del medio ambiente desde un punto de vista sostenible. Es decir, impulsado el desarrollo social, pero sin seguir poniendo en riesgo la Tierra, ya amenazada con un cambio climático que llegó para quedarse.