Familia y educación ambiental

Claudia Aracena Académica Instituto de Ciencias Naturales Universidad de Las Américas Sede Concepción

Se considera que los adultos de la familia son responsables de la formación de hábitos, valores y costumbres de los menores del hogar. Sin embargo, muchas veces son nuestros niños y adolescentes los que contribuyen de manera efectiva en la educación medioambiental de su propio entorno. Esto es posible gracias a los planes de educación que se contemplan desde la formación parvularia, la enseñanza de valores básicos de protección y respeto al medio ambiente, cuidado de plantas y animales.

Los adultos al mostrar responsabilidad frente al cuidado del medio ambiente, asumimos el rol de formadores, generando una actitud positiva en nuestros niños a partir del ejemplo. Así, el aprendizaje se hace mucho más potente y significativo. Pequeñas acciones como pasear en familia y ver noticias permiten educar destacando las alteraciones que sufre nuestro entorno, ruidos, humo, olores, suciedad, despilfarro de agua y energía. Con el dialogo familiar podemos mejorar nuestras rutinas, compartir experiencias de niñez, ayudándoles a comprender cómo la naturaleza sufre modificaciones por la influencia humana y los fenómenos naturales.

Podemos generar acciones simples y concretas al alcance de todos como ahorrar agua y energía. Algunas ideas fáciles de lograr son: cepillarse los dientes sin dejar correr el agua, duchas cortas, dejar una botella con arena en el interior del estanque del baño, lo que ayuda reducir el agua de las descargas, apagar las luces que no usemos, desenchufar electrodomésticos y usar luces led con placas solares. Un poco más de compromiso requiere separar residuos y buscar puntos limpios donde llevarlos.

Considero que todo sería mejor si nos hiciéramos cargo de nuestros propios residuos, lo cual no solo implica el reciclaje, sino también tener una actitud de mayor responsabilidad. Un buen punto es lo referido al consumo excesivo de ropa y artefactos electrónicos. Sería ideal solo comprar lo que se necesita permitiéndonos llegar a otro nivel de conciencia y promoviendo la cultura de la austeridad. Esto a propósito de los famosos Cyberday y las toneladas de ropa que cubren nuestros desiertos.