En los últimos años el modelo de “economía circular” ha crecido fuertemente, captando la atención mundial en todas las áreas de desarrollo. Implica un cambio en la mentalidad con la que abordamos nuestros sistemas productivos y su relación con el medio ambiente, promueve el trabajo colaborativo en todos los sectores evitando la generación de residuos y reutilizando cada recurso durante el mayor tiempo posible.

 

En la aplicación de la economía circular, la etapa del diseño es la clave del éxito, ya que la circularidad funciona mejor cuando se ha diseñado intencionadamente en el sistema, pero no cuando se añade posteriormente.

 

Gerson Peña, académico de la Escuela de Agronomía de Universidad de Las Américas, explica que “una manera simple y entretenida de aplicar los principios de circularidad en nuestro hogar es creando una huerta urbana, la que es la adaptación de la producción de vegetales realizadas en el campo en un espacio urbano reducido, desde el cual podemos obtener vegetales frescos como hortalizas, hierbas medicinales o simplemente, embellecer nuestro entorno con sus frutos coloridos”.

 

El agrónomo entrega el paso a paso para comenzar una huerta urbana en el hogar y como cuidarla:

1.- Primero se debe elegir un buen el lugar, siendo una terraza, ventana o balcón que reciba luz un espacio perfecto.

2.- Para contener los cultivos podemos darles un nuevo uso a materiales de desecho del hogar, es decir, reutilizar materiales como botellas plásticas, neumáticos o cualquier otro recipiente capaz de contener tierra para el desarrollo del huerto.

 

3.- Se debe elegir tierra o sustrato con una buena cantidad de materia orgánica. Una opción circular es la elaboración y uso de compost, el que es una forma natural de enriquecer el suelo de nutrientes gracias a la acción de bacterias e insectos que descomponen la materia orgánica para crear un sustrato que se asemeja a la tierra y que constituye un fertilizante muy potente y natural. Para crear compost se pueden utilizar los residuos vegetales del hogar (cascaras de frutas, restos de vegetales, cascaras de huevo y cualquier otro residuo orgánico que no sea cárnico), los que se almacenan en un recipiente cerrado hasta su completa degradación y posteriormente pueden ser añadidos gradualmente a la huerta.

 

4.- La elección de los cultivos a sembrar se debe hacer de acuerdo con la estación del año. Hay especies vegetales que se denominan de estación cálida porque necesitan temperaturas entre los 18°C a los 28°C para su crecimiento, como es el caso de espárragos, melón, maíz, pepino, pimiento, porotos, tomate, entre otros. Por otra parte, tenemos cultivos de estación fría, es decir, que no toleran temperaturas por sobre los 22°C, como es el caso de brócoli, espinaca, haba, rábano, repollo, coliflor, lechuga, papa, zanahoria, entre otras.

 

5.- Las semillas deben ser certificadas para asegurar su calidad y germinación, o plántulas de cultivos a establecer. Para ambos es necesario que la tierra esté ligeramente húmeda. Las semillas se entierran a una profundidad regularmente de 2 veces el tamaño de la semilla y las plántulas se trasplantan hasta que la tierra cubra totalmente sus raíces. Cada planta de debe separar a una distancia de 15-20 centímetros para especies pequeñas como lechugas, o 50-70 centímetros para especies de mayor tamaño como tomate o melones.

 

6.- Una vez realizada la siembra o trasplante es necesario realizar riegos continuos para mantener la humedad. En invierno en general se realizan riegos cada 2 o 3 días y en verano es a diario. No olvidar agregar abono orgánico desde la compostera, esto mantendrá los cultivos vigorosos para cosechar frutos de mayor tamaño y calidad.

 

7.- Por último, solo queda disfrutar y aprender del cultivo, removiendo las plantas o frutos viejos o secos, los cuales se pueden incorporar a la compostera, dándole un nuevo fin a estos residuos vegetales.