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Por Paula Fuentes. Directora Escuela de Pedagogía En Educación Básica Universidad de Las Américas Sede Concepción.

El Ministerio de Educación ofició el retorno a clases presenciales para el miércoles 2 de marzo. Esto quiere decir que muchas familias deberán hacer una pausa en sus vacaciones, para realizar la compra de útiles y uniforme escolar. Sin embargo, no es lo único de qué ocuparse.

Apoyar el proceso de adaptación de los niños también es importante y, en ese sentido, la familia cumple un rol fundamental, sobre todo cuando las incertidumbres y miedos que genera la pandemia vuelven a aparecer. Todos los niños vivieron y/o viven de manera distinta esta pandemia, y eso responde tanto a sus propias experiencias como a sus características personales; por lo tanto, estar atentos a los cambios de comportamiento es primordial para reaccionar oportuna y adecuadamente.

Si bien, en período estival, las rutinas y dinámicas familiares son más relajadas, es necesario volver a retomarlas según lo esperado para el año en curso. Reestablecerlas paulatinamente, con anticipación, sin agobio y respetando los tiempos y ritmos de cada niño, traerá beneficios no solo a ellos, sino a toda la familia. Comenzar con pequeñas acciones es la clave y hará que el retorno a clases sea más agradable y con mejor respuesta de adaptación. A continuación, entregamos algunas recomendaciones para aplicar en el hogar:

1.- Regular el ciclo de sueño y vigilia. En período de vacaciones, la hora de dormir y levantarse son más irregulares; sin embargo, en período de clases no debiese ser así. Por lo que, desde ya, se debe procurar que los niños duerman al menos 9 horas, con la norma de “no pantallas” una hora antes de acostarse. Esto ejercerá una importante influencia en su desarrollo físico y cognoscitivo y se sentirá mejor preparado para enfrentar los nuevos aprendizajes.

2.- Planificar el tiempo. Gestionar el tiempo es fundamental para el logro de las metas escolares. Ayudar a los niños a confeccionar su horario semanal, equilibrando las horas de clases y de estudio, como también las de descanso y ocio, les aportará orden y aprenderán a priorizar entre lo importante y lo urgente y además mediará como una guía de lo que se espera de ellos.

3.- Organizar el espacio. El espacio físico puede facilitar o dificultar la hora de estudio. Un lugar bien organizado proporciona mayor concentración y el estudio se vuelve más eficiente. Por eso, es necesario que en conjunto comiencen a ordenar el espacio que, dentro del hogar, estará destinado a estudiar. Se deben checar las condiciones de luz, temperatura, ventilación, mobiliario, acceso a sus materiales de trabajo, como también que sea un espacio libre de ruidos y distractores.

4.- Reforzar la autonomía. La autonomía es un proceso, no una meta; por lo tanto, acompañarlos y apoyarlos en alcanzarla pavimentará el camino hacia su madurez y, además, fortalecerá su autoestima. Para ello, se puede comenzar dando pequeñas tareas dentro del hogar, siempre reforzando y agradeciendo la ayuda que nos proporcionan.

5.- Comunicar y escuchar. La comunicación siempre ha sido importante, pero en la actualidad cobra mayor relevancia, dado que la situación sanitaria obliga a realizar cambios constantemente. Por lo mismo, es necesario preparar a los niños sobre los posibles escenarios que encontrarán en su escuela, como también reforzar las medidas de seguridad, distanciamiento social y uso de mascarillas que aún siguen vigentes. Pero también es importante saber escucharlos, ya que así se crean puentes y se establecen relaciones de confianza y complicidad.

Cada familia es un mundo diferente, pero en el centro siempre deben estar los niños; así que prepararlos, anticiparlos y facilitarles las cosas es un acto de amor. La familia es una base segura y un patrón de comportamiento que replicarán en su vida en sociedad. Educar no es fácil, pero con ternura y firmeza se puede logar.