Mazzucato y Friedman

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La semana pasada se conoció que Mariana Mazzucato, Directora del Instituto de Innovación y Propósito Público del University College de Londres, podría incorporarse como asesora del equipo económico del Presidente Boric. Mazzucato es reconocida como una de las expertas más influyentes en innovación pública y es uno de los referentes económicos más importantes para el nuevo gobierno. De hecho, Javiera Petersen, la nueva subsecretaria de Economía, está completando sus estudios de doctorado en el Instituto que ella dirige.

¿Puede llegar Mariana a ser el nuevo Milton Friedman para la economía chilena? Si bien no fue formalmente asesor de la dictadura militar, la influencia de Friedman en las políticas públicas implementadas por los Chicago Boys es innegable. En su visita a Chile en 1975, (visita que le trajo bastantes críticas y problemas, incluyendo protestas al recibir el Nobel de Economía en 1976) Friedmann no solo se reunió con Pinochet, sino que, además, en una serie de entrevistas y conferencias, dio su respaldo a las políticas de liberalización económica, lo que significó un fuerte espaldarazo a la conducción económica de la época.

Mariana, al igual que Milton, cree en el poder de las ideas económicas para transformar la sociedad y por ello no solo escribe para los economistas profesionales, si no que para el público en general. Sus libros “El Estado Emprendedor” y “Misión Economía”, permiten conocer sus ideas. El Estado, no solo tiene que dedicarse a corregir “fallas de mercado”, sino que debe crear y “dar forma” a nuevos mercados, y tomar un rol protagónico en el desarrollo de nuevas tecnologías, empoderando a los gobiernos para direccionar el cambio tecnológico e invertir decididamente en tal dirección.

Usando como ejemplo el proyecto Apolo, cuya misión era colocar a una persona en la luna antes de 1970, plantea que la actividad del gobierno debe ser ambiciosa y estar orientada a resolver grandes desafíos (que denomina “misiones”, por ejemplo, combatir el cambio climático y eliminar la pobreza). Para ello se requiere repensar los mecanismos de cooperación pública-privada, para que el Estado también pueda recoger los beneficios de la innovación (y evitar que “se privaticen las ganancias y se socialicen las pérdidas”). Esto implica dotar a los gobiernos de mayores capacidades y recursos.

Sin duda, ideas que resultan atractivas para el nuevo gobierno. Sin embargo, como buena economista enamorada de sus propias ideas, Mariana tiende a minimizar los problemas asociados a la implementación de las políticas que promueve. Un aspecto particularmente complejo es la poca relevancia que le da a los déficits fiscales que podrían resultar de este enfoque, minimizando el riesgo de la inflación. Por otra parte, no se nota demasiada claridad frente a la pregunta de qué mecanismos se utilizarían para escoger y priorizar las distintas “misiones” que podría asumir un gobierno (¿Y cómo se compatibiliza esta elección con las demandas de mayor participación ciudadana?), ni tampoco acerca de cómo evitar la “captura” de estas misiones por parte de grupos de interés.

Si bien Mariana Mazzucato tiene experiencia asesorando a distintos gobiernos, Chile podría transformarse en uno de los primeros casos donde sus ideas acerca del rol del Estado se implementan a gran escala. Tal como en el experimento de liberalización económica de los setenta, nuestro país nuevamente podría transformarse en un “laboratorio” observado a nivel mundial.

Gonzalo Islas Decano Facultad de Ingeniería y Negocios Universidad de Las Américas