Flga. Fabiola Soto Subiabre

Docente carrera Fonoaudiología UST, Puerto Montt

Máster en integración de personas con discapacidad

Diplomada en Atención temprana

 

Muchos hemos leído o escuchado la frase “La felicidad de ser niño”, si, la infancia es la etapa en que aprendemos a ver el mundo, la infancia nos llena de experiencias, y así, empezamos a construir nuestras realidades. Cada año tenemos un día dedicado especialmente a los niños y niñas del mundo, “El día internacional del niño”, conmemorado cada 20 de noviembre.

 

Si bien, es un día para celebrar todo lo conseguido en materia de derechos de infancia, también es un día que nos llama a reflexionar ¿Todos los niños y niñas tienen los mismos derechos? ¿Todos los niños y niñas viven una vida de bienestar?, ¿Todos los niños y niñas logran un desarrollo pleno?, lamentablemente no todos logran esa “felicidad”; y aquí es cuando podemos preguntarnos, ¿Desde mi vereda que puedo hacer?

 

La convención sobre los derechos del niño, adoptada el 20 de noviembre del año 1989, cambió la perspectiva de ver la infancia, los niños y las niñas desde ese momento son sujetos de derecho y se sientan las bases de su desarrollo, sobre cuatro principios fundamentales: la no discriminación; el interés superior del niño; el derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo; y el respeto por la opinión de los niños y niñas (UNICEF).

Si pensamos en el desarrollo, somos grandes agentes de cambio, cada persona tiene algo que aportar en la vida de un niño; experiencia, amor, conocimiento o tan solo, una simple sonrisa.

Como fonoaudiólogas y fonoaudiólogos, podemos estar presentes en la vida de un niño desde que nace, prestando atención a sus necesidades y ayudando a suplir esas habilidades faltantes.

La alimentación, el lenguaje, el habla y el juego son elementos esenciales en la vida de los niños y niñas, que favorecen a un desarrollo pleno, permiten cubrir necesidades y aportan al aprendizaje; ¿Cómo podría un niño tener derecho a expresarse libremente, sino desarrolla adecuadamente su lenguaje?, ¿Cómo podría un niño tener una vida sana si no puede alimentarse? ¿Cómo un niño en situación de discapacidad puede disfrutar de una vida plena sino recibe atención?, todas las respuestas a estas preguntas tienen un factor común, si a los niños y niñas no se les brinda una atención oportuna, estamos vulnerando sus derechos; su derecho a la educación, su derecho a una vida sana y segura, su derecho al acceso a la información, entre otros.

Como personas y como profesionales comprometidos con la infancia y con una formación integral, debemos ser capaces de brindar estas oportunidades a los niños y niñas, debemos generar instancias que nos permitan aportar a la sociedad y empoderar sus capacidades. Así, de alguna manera, equiparar estas diferencias, logrando desarrollar todas sus potencialidades. Juntos podemos construir, o por lo menos, intentar construir un futuro esperanzador para todos esos niños y niñas que no logran alcanzar esa “felicidad de ser niño”.

Reflexionemos y miremos al pasado, ¿Qué marcó tu niñez?, ¿Las experiencias que viviste te ayudaron a ser el adulto de hoy?, ¿Qué te gustaría para tu hijo/a, hermano/a o sobrino/a?  Somos agentes de cambio, en nuestras manos está el marcar, para bien, el camino de todos esos niños o niñas que en algún momento de nuestra carrera profesional se nos cruzarán.