-Existen diferentes métodos para combatirlas que van desde alambres, láser y sensores infrarrojos.

Las palomas, cotorras argentinas y gorriones son especies que causan estragos en sectores agrícolas en nuestro país. Estas aves están declaradas dañinas por la ley y se trata de especies exóticas invasoras, es decir, que el ser humano las introdujo hace años.

Todas las especies antes mencionadas, tienen la ventaja de tener mucho alimento, refugios y prácticamente ningún depredador, salvo por algunas aves rapaces como peucos o halcones. “Esto les ha permitido sobrepoblar áreas urbanas y rurales causando importantes daños”, así lo explica Bastián Heimpell, egresado de medicina veterinaria y con experiencia en control de aves, y quien agrega: “por ello en ocasiones hay que realizar en algunos sectores intervenciones sobre estas especies, debido al daño que son capaces de provocar”.

Los excrementos de las palomas son muy corrosivos para las construcciones y pueden transmitir enfermedades al humano como la criptococosis, clamidiosis o salmonelosis, pudiendo esta ser mortal. “Así, contaminan lugares como edificios o bodegas de alimento con estas enfermedades. Y, además de alimentarse en plantaciones, principalmente frutales, generan grandes pérdidas económicas. Los gorriones se comportan de manera similar”, explica el experto.

Dentro de los métodos que se utilizan para alejar estas aves, se encuentran los pinchos, alambres o rejas. Sin embargo, también hay quienes prefieren usar láser, maniquíes con vocalizaciones de aves rapaces o repelentes de ultrasonido.

Heimpell menciona que además existe el método de control biológico con aves rapaces, como el peuco, y consiste en llevar a este depredador natural al lugar donde se han alojado y permitirle volar. “De esta manera, las palomas, dejan de ver el lugar como un sitio seguro y prefieren emigrar”, dice y agrega: “Es importante mencionar que las aves rapaces se adquieren a través de medios legales regulados por el SAG, por lo que no cualquier persona puede tener acceso a especies de este tipo”.

Respecto a los repelentes de aves con sensor infrarrojo (www.fullmundo) que detectan el movimiento de cuerpos tibios o de calor en el campo de vista. El área de detección es de alta sensibilidad; circula hasta 100 grados de arco hasta una distancia de 25 metros aproximadamente.

“El sensor produce 10 segundos de ondas sónicas y ultrasónicas que repelerán a las aves una vez que ingresen al área, lo que provocará que estas eviten volver a ingresar a la zona. La frecuencia de ondas ultrasónicas es ajustable y puede ser utilizado en patios, fábricas, aeropuertos, cosechas, entre otros”, afirma Lorena Droguett de Fullmundo.