Fernando Mejido

Director Escuela de Auditoría y Control de Gestión

Universidad Santo Tomás

El año 2002 se creó el sistema de Seguro de Cesantía, como un hito más dentro del ámbito de la protección social. Este seguro posee características únicas en el mundo, al tener un componente de ahorro individual de propiedad de los trabajadores y un componente de seguro solidario de propiedad del Estado, que opera cuando el seguro individual no es suficiente. Los fondos, individual y solidario, que a diciembre de 2019 acumulaban un patrimonio de poco más de US$11.000 millones, son administrados por un ente privado supervisado por la Superintendencia de Pensiones: AFC.

Luego de una reforma en 2009, con el propósito de mejorar la administración de los fondos, se crearon carteras de referencia o benchmark y se estableció un sistema de premios y castigos, en caso de que la AFC obtenga una rentabilidad superior o inferior a los respectivos benchmark.

Un estudio publicado por la Superintendencia de Pensiones en mayo 2020 concluye que los fondos administrados por la AFC han tenido rentabilidades superiores a sus respectivos benchmark y lo han hecho, incluso, con una menor volatilidad que la sugerida por su cartera de referencia, en el período junio 2010 a junio 2019.

Una crítica permanente a las AFPs es que cobran comisiones a todo evento, incluso cuando tienen un mal desempeño. La solución a esto no es quitar la comisión cuando existan pérdidas, como muchos plantean, porque esto haría que la administradora tome un menor riesgo y, finalmente, las rentabilidades terminarán siendo muy inferiores a las obtenidas históricamente. Mejor sería mirar la exitosa experiencia del Seguro de Cesantía y replicar sus políticas de inversiones basadas en replicar carteras de referencia bajo un sistema de premios y castigos, introduciendo, así, un incentivo adecuado y no perverso.