Hace algunos días se hizo público el decreto del CNED que aprueba el nuevo plan de estudios para tercero y cuarto medio a partir de 2020. Entre muchas medidas, una de las que ha acaparado la atención es el carácter opcional que tendrá la asignatura de Educación Física, a diferencia de la obligatoriedad que tiene hasta hoy en los establecimientos científico–humanistas. Una gran cantidad de asociaciones ha salido a declarar su enfático rechazo a esta medida, la mayoría desde una mirada asociada a la salud, donde el mayor argumento nace de la alta prevalencia de sobrepeso, obesidad e inactividad física. Si bien, esto es cierto, los profesores de Educación Física tenemos una opinión que se basa en otros elementos esenciales al momento de argumentar sobre la defensa de nuestra disciplina, a la que consideramos como asignatura base en la formación escolar. El CANEF, Consejo Académico Nacional de Educación Física, ha declarado un manifiesto que destaca el artículo 2 de la Ley General de Educación: “la educación es el proceso de aprendizaje permanente que abarca las distintas etapas de la vida de las personas y que tiene como finalidad alcanzar su desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico y físico, mediante la transmisión y el cultivo de valores, conocimientos y destrezas”. Entonces, si nuestra propia ley general de educación declara que la finalidad es alcanzar el desarrollo integral del ser humano, ¿por qué “los expertos” toman decisiones que dejan afuera el desarrollo del propio cuerpo? ¿Se puede alcanzar el desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual y físico sin una asignatura que a través del juego y el deporte, desarrolle el conocimiento y la valoración del propio cuerpo, el trabajo en equipo, la tolerancia a la frustración, trabaje las emociones, la resolución de conflictos y la buena convivencia escolar? Los profesores de Educación Física hemos podido constatar en las aulas que el valor de la Educación Física va mucho más allá del desarrollo de la condición física y del combate contra la obesidad. Tanto es su valor, que algunas universidades ya han incluido en sus mallas curriculares, la aprobación de créditos de Educación Física. Que paradójico resulta que escolares puedan egresar sin haber tenido Educación Física en sus últimos dos años, y sin embargo, sí sea obligatorio para ellos, la aprobación de asignaturas de Educación Física para obtener su título universitario. La evidencia científica es clara: los estudiantes que realizan Educación Física y deporte tienen mejor autoestima, salud física y mental, tienen mayor rendimiento cognitivo, trabajan mejor en equipo y valoran una buena convivencia con sus pares. La educación chilena no puede caer en una educación instrumental para el mundo del trabajo, es fundamental la educación integral y para ello, el conocimiento de lo que somos, de nuestro propio cuerpo, de cómo cuidarlo, quererlo y respetarlo es parte esencial de la formación. Debemos reaccionar rápido, una medida así perpetuará las diferencias que hoy tienen en esta materia los colegios públicos y privados, que dejará en manos de los directores de turno en los establecimientos educacionales, la importante decisión de dictar una asignatura fundamental para el desarrollo integral de nuestros jóvenes.

Juan Pablo Zavala Crichton

Director Carrera Pedagogía en Educación Física

Universidad Andrés Bello Viña del Mar