Dra. Erika Astorga Saavedra

Médico Geriatra Hospital Puerto Montt

 

 

Cada 15 octubre se conmemora el Día del Anciano y, para nadie es ajeno el hecho de que somos una sociedad envejecida, hoy en día el 16% de la población es mayor, y se espera que en un par de años más haya más personas mayores que niños.

Lamentablemente esta realidad se nos ha venido encima sin estar realmente preparados para ello, y nos movemos dentro de una visión distorsionada de la vejez. Esto tiene una importancia tremenda, pues lamentablemente, suelen rondar estereotipos negativos asociando envejecimiento con tristeza, pobreza, soledad, demencia, enfermedad, discapacidad, fealdad, etc. Este estereotipo negativo repercute en el cómo tratamos a las personas mayores, siendo un trato discriminatorio denominado “viejismo” o “ageismo”.

La verdad es que las personas mayores son, lógicamente, las que más experiencias de vida acumulan, cada una de ellas ha sido testigo directo de hechos históricos que muchos de nosotros conocemos sólo por libros o películas; han vivido, amado, sufrido, se han equivocado, han dañado, soñado y tomado decisiones difíciles y son quienes mejor saben cómo quieren vivir el tiempo actual; nuestro rol es escuchar esos deseos e inquietudes, no pretender conocerlas e imponer “soluciones” a una vida que apenas conocemos.

Esta discriminación hacia lo viejo, también se da en el ámbito de la salud. Es así como nuestro sistema tiene la labor de adaptarse a la nueva realidad demográfica, con un modelo pensado en la personas mayores.  Día a día tenemos pacientes mayores enfermos de “hospitalitis”, un término para hablar del daño que causa la hospitalización en sí a los mayores, por no estar adaptada a sus necesidades reales. La persona mayor tiene un organismo envejecido y como consecuencia, distinto, por lo tanto las enfermedades tienen manifestaciones particulares y requieren de un enfrentamiento clínico-terapéutico adecuado. Esta es una tarea donde geriatras, médicos, enfermeras y todo el equipo de salud debe abordar.

Son muchos los ejemplos de actitudes discriminatorias viejistas en nuestro día a día, pero también numerosos son los esfuerzos de varios de nosotros para mejorar las condiciones en que se desenvuelven los mayores.

Los invito a hacerse parte de los que trabajamos con la intención de mejorar este escenario. La vejez es una realidad, nuestro desafío es quererla y no temerle, adaptar nuestras ciudades, trabajos, sistema de salud, etc; para asegurar una sociedad inclusiva con las personas mayores ahora y con los mayores de mañana (nosotros).