Prof. Miguel Á. Martínez Meucci

Dr. Conflicto Político y Procesos de Pacificación

Carrera de Administración Pública

Universidad Austral de Chile

 

El censo de 2017 evidencia una importante tendencia sociodemográfica: no sólo el número de los extranjeros en Chile, sino también su proporción con respecto al total de la población se ha incrementado significativamente durante los últimos años. Un total de 746.465 personas registradas en el censo afirmaron haber nacido en otros países, lo que significa un 4,35% de los habitantes del territorio nacional. En 2002 el porcentaje de extranjeros era de sólo 1,27.

Este repunte se ha acelera cada vez más. Según estimaciones del Departamento de Extranjería y Migración divulgadas por el presidente Sebastián Piñera en abril de 2018, para el 31 de diciembre del año pasado los extranjeros en Chile eran casi 1.120.000 (6,1% de los habitantes), calculándose además en 300.000 los que se encuentran en situación ilegal. Casi 2/3 del total de extranjeros (62,9%) estarían ubicados en la Región Metropolitana. Por otro lado, el 81% de quienes declararon en el censo haber nacido en otras naciones provienen de 7 países latinoamericanos: Perú (25,2%), Colombia (14,1%), Venezuela (11,1%), Bolivia (9,9%), Argentina (8,9%), Haití (8,4%) y Ecuador (3,7%).

Estos flujos migratorios indican que Chile, a pesar de las dificultades que sigue afrontando para profundizar su desarrollo, se ha constituido como un destino cada vez más atractivo, especialmente para muchas personas de la región que consiguen aquí seguridad, empleo y calidad de vida en términos que las naciones vecinas difícilmente pueden igualar. Si estas tendencias se consolidan en los próximos años el porcentaje de extranjeros podría acercarse a cifras más propias de los países miembros de la OCDE, dado que una de las consecuencias del desarrollo es, precisamente, la mayor llegada de inmigrantes.

La inmigración es al mismo tiempo una gran oportunidad y una realidad compleja que requiere una acertada gestión pública. Educar para comprender este proceso, así como construir amplios consensos públicos sobre los criterios más oportunos para manejarlo, son tareas primordiales e ineludibles para afrontar la realidad inminente de un Chile más diverso y plural.