Dos personas adultas del Mercado Presidente Ibáñez de Puerto Montt de entre 50 y 65 años, van a clases dos veces por semana, para aprender a leer con un monitor de la UACh.

El viernes pasado en medio del frío del invierno, la estudiante de Pedagogía en Educación Básica, Francisca López, quien reemplaza al estudiante de Pedagogía en Educación Básica Rubén Schmitd Triviño, quien es la persona responsable de las clases en el mercado. Ella espera a los estudiantes en un local que se ha transformado en una sala de clases, gestionada gracias al apoyo de la administración del recinto ferial. Este local, por ahora desocupado para el comercio, ubicado en el segundo piso del Mercado y pasa casi desapercibido tanto para locatarios como para público en general, ya que la cortina metálica de su entrada se mantiene casi cerrada y sólo los estudiantes que llegan a trabajar con los monitores de la UACh saben dónde está.

Este espacio educativo se ha generado como parte del proyecto del fondo anual de la Dirección de Vinculación con el Medio de la Universidad Austral de Chile, denominado “La alfabetización; una herramienta para despertar al adulto”, dirigido por el Dr. Jesús Lara, académico de la Escuela de Pedagogía en Educación Básica, quien está utilizando una metodología vivencial para que los adultos, y adultos mayores aprendan a leer, esta iniciativa se desarrolla tanto en este mercado como en la localidad de Chamiza.

Los adultos mayores del mercado Presidente Ibáñez, que asisten a clases, están aprendiendo a leer, y cada uno avanza al ritmo posible, para ello en el proyecto se contemplan dos días de la semana, los lunes y los viernes, donde pasado medio día y habiendo menos público comprador, estas personas pueden dedican su horario de colación a aprender a leer.

La vida de los dos “estudiantes”, quienes son adultos que saben mucho de sus oficios, transcurre cada día dentro del mercado Presidente Ibáñez, la señora Luisa es dueña de un local, ella es madre de 6 hijos, abuela de 18 nietos y de 6 bisnietos, es una persona de mucha fe, lectora neófita de la Biblia, trabaja cada día con esfuerzo en su local vendiendo verduras y en sus ratos libres hila lana y teje prendas abrigadoras para sus seres queridos. Ella está aprendiendo algo que había olvidado las letras y su forma de escribirlas y que la llevó por muchos años a ser analfabeta. Luisa agradece la “paciencia de los monitores de la UACh por enseñar, a personas de edad que muchas veces no entienden.” Ella ha vivido vinculándose por otras vías de comunicación no escrita como es la narrativa oral. “Ha sido muy hermoso que nos vengan a enseñar lo pasamos muy bien con los estudiantes.”

“Mi profesor actual, Rubén Schmidt, Estudiante de Pedagogía en Educación Básica, es un joven con buen espíritu, entusiasta para enseñar, y eso es lo lindo. A nosotros las personas de edad muchas veces nos discriminan por no saber leer o no entender. Yo he aprendido a leer en letra imprenta, pero en manuscrita no entiendo. No hay edad para aprender ni para el amor. Uno nunca deja de aprender, siempre hay algo nuevo para incentivarse como seres humanos.” Su lectura favorita y de la que va aprendiendo a leer en manuscrita, la Biblia.

Don Juan realiza diversos trabajos “changuitas” dentro del mercado en diferentes locales, donde le van pagando en dinero por los trabajos que realiza, desde cargar cosas, pelar cebollas, hacer arreglos florales, botar basura, lo que se requiera hacer él se ofrece con entusiasmo. Comenzó sus clases con la UACh el año pasado, su necesidad de saber leer y escribir es porque él trabaja también reconociendo palabras, ha trabajado toda su vida y hay una etapa que no vivió y quiere experimentarla, quiere sentirse parte del mundo que él no conoce, el mundo de la lengua escrita.

Don Juan llega a su clase del viernes de muy buen ánimo, muestra su cuaderno de ejercicios de caligrafía, donde deja ver las páginas llenas en riguroso orden de distintas letras escritas por él con lápiz mina, muy redondeadas y pulidas.

Dice estar contento con lo que está aprendiendo, es una persona de pocas palabras, pero por ahora, porque en cada clase se va llenando de nuevas palabras. El indica que le gusta aprender a leer y la oportunidad de que vengan a su trabajo a enseñarle, dice que le ha servido lo que ha aprendido, ya está reconociendo algunas letras y palabras que usa más cotidianamente, que se relacionan con su trabajo diario del Mercado.

Estas dos personas han contado con el apoyo y respaldo de monitores de la Universidad Austral de Chile Sede Puerto Montt, estudiantes de Pedagogía en Educación Diferencial, Psicología, y Pedagogía Básica, que con el apoyo del Dr. Jesús Lara, además de enseñar a leer están aprendiendo a conocer la vida y la realidad de la persona adulta con la que están trabajando, deben adaptarse a esta realidad para para lograr la añorada meta de enseñar a leer y cambiar radicalmente la vida de una persona que no tuvo esa oportunidad en su infancia.